¿Qué hacer en enero?
19/01/18
Son muy escasos los atractivos turísticos que ofrece la Capital riojana durante este mes de enero. La mayoría de los viajeros están de paso y buscan como destino Talampaya o la zona oeste. Algunos museos sólo atienden por la mañana, el resto están cerrados. Las opciones para el visitante son limitadas.
La Capital riojana parece dormida a la espera de que la despierte en febrero la algarabía de la Chaya. Tardes apacibles y noches en las que la zona céntrica se vacía desde temprano. Las actividades abiertas el público en algunos locales privados son por demás espaciadas: escasez de espectáculos y alternativas de entretenimiento urbano.
¿Qué se hace de noche en La Rioja? Se sale a comer, a tomar algo, o se arman reuniones en casa. Por suerte en el último tiempo se abrieron varios lugares. Cervecerías, restaurantes, pequeños bares son la novedad. Ya más lejos del centro, se reiteran las visitas al Parque de la Ciudad o al Dique. Las opciones son limitadas y se nota. En ocasiones, el tiempo parece pasar sólo en una esquina del celular.
Los capitalinos que no tuvieron la chance de un viaje disimulan su aburrimiento bajo el manto de la costumbre. Algunos se quejan en las redes sociales. Los turistas, sobre todo aquellos que provienen de grandes urbes, expresan a veces que “tanta tranquilidad” los sobrepasa, los inquieta, los aplasta. Se consuelan cuando el día les revela la inmensidad de las montañas, entonces se les hace patente el misterio de encontrarse lejos, de ser pequeños, y dejarse envolver por el silencio.
PASAR ENERO
Según comentó a EL INDEPENDIENTE una de las encargadas de la posta turística, ubicada en la Plaza 25 de Mayo, un promedio de 50 a 60 turistas se acercan hasta allí a diario para obtener información. Casi todos integran familias en vacaciones que visitan la Capital, pero piden indicaciones y mapas para llegar hasta Chilecito y el Parque Nacional Talampaya. La estadía en la ciudad no se extiende más allá de uno o dos días en la mayoría de los casos.
La oferta turística que reciben a través de folletería actualizada está vinculada a los distintos corredores, como el de La Costa, de Los Llanos, del Bermejo, y de la Producción. Todos inician en la ciudad Capital, que presenta como uno de los principales puntos de atractivo al Mercado Artesanal, “parada obligada para adquirir productos regionales, artesanías o disfrutar de espectáculos en su patio de época”. Pero enero no es época en que esté abierto el patio, las peñas -una alternativa amena para que las noches se hagan menos largas- vuelven a programarse recién a partir de la semana que viene.
El Paseo Cultural Castro Barros es otro de los lugares destacados, “con diferentes salas de exposición, confiterías, locales de comidas rápidas, juegos para niños y salas de cine”, pero más allá de la actividad comercial, el mes culmina sin eventos que marquen una diferencia. Lo mismo el Teatro Víctor María Cáceres que hizo el cierre de temporada en diciembre. Visitar las ruinas de Las Padercitas en La Quebrada, jugar el golf “entre especies autóctonas de flora y fauna”, o atreverse al vuelo libre, aladelta y parapente, son otras de las propuestas.
Desde la Posta Turística informaron que las visitas y recorridos guiados a distintos lugares de la ciudad se reservan también para febrero. Enero está tachado en el almanaque. ¿Y qué se puede hacer en la ciudad?, es la pregunta reiterada. Surge entonces, como principal referencia, el turismo cultural-religioso, que incluye a iglesias y museos.
Sin embargo, llama la atención que en el caso de los últimos sean pocos los que permanecen abiertos en vacaciones y esos pocos lo hagan en horario restringido. Lo mismo ocurre con algunos templos emblemáticos, salvo en el momento de las celebraciones rituales.
PASAJE AL SOPOR
Desde la misma oficina consultada indicaron que sólo por la mañana se puede acceder a visitas en el museo Inca Huasi (de 8:30 a 12:30), el Museo de Arte Sacro (funciona en el mismo Mercado Artesanal, de 9:30 a 12:30) y el Museo Folclórico (de martes a sábado de 8:30 a 12:00). Se trata de guardias mínimas, debido a que el personal se encuentra en receso. Algunos turistas lamentaron que varios de este tipo de establecimientos permanezcan cerrados, como el Museo Histórico, el Museo del Traje y el Museo de la Ciudad, entre otros.
Un ejemplo de entusiasmo transformado en dificultad para el turista es el Museo de Arte Sacro, ubicado en el mismo edificio que el Mercado Artesanal. Ofrece una variada colección de imaginería religiosa de diferentes orígenes que van desde los siglos XVII al XX. No obstante su valor histórico, el observador no tarda en detectar que muchas de las piezas no se encuentran en buen estado, les faltan algunas partes, y que el modo en que están expuestas es precario, carece de vitrinas que realcen la muestra y hagan cómodo el recorrido.
Por otra parte, es notoria la ausencia de folletería explicativa, como así también de aire acondicionado, algo fundamental en esta época del año, los extranjeros son quienes más se quejan de estos “detalles” y pasan raudos, transpirando más que disfrutando la experiencia.
GENTE AMABLE
Este matutino encontró varios turistas en su recorrido. Todos se toparon con algún “no” a sus propósitos de visita o deseo de actividades. Circuitos previstos para realizar deportes al aire libre, visitas guiadas, museos o iglesias a puertas abiertas, alguna muestra de folclore riojano. En la Posta Turística de Sanagasta, en los días previos al festival que se inició anoche, comenzaron a sonar algunas chayas. Pero haciendo gala de un ánimo vacacional, los visitantes son en su mayoría comprensivos con la situación.
“Intentamos en primer lugar conocer algunos museos -comentó un matrimonio proveniente de Buenos Aires-, pero hay un problema de horarios, nosotros venimos con unos horarios muy distintos y es entendible que en enero estén cerrados. Aquellos que encontramos abiertos nos parecieron muy lindos, como el Folclórico donde vimos cosas que no encontramos en ningún otro museo de la zona o bien en Salta y Jujuy, con elementos que llaman mucho la atención”, destacaron.
De igual manera, realzaron la calidad de las piezas que están a la venta en el Mercado Artesanal: “muy bien hechas”, expresaron con satisfacción. Un punto favorable que no quisieron pasar por alta fue “la calidez y la atención de la gente, vos consultás y todo el mundo te ayuda, te guía acerca de adónde podés dirigirte, porque nosotros salimos como a las cinco de la tarde y nos dimos con que estaba todo cerrado y la gente nos fue planteado distintas alternativas” para amenizar el paseo bajo el implacable sol riojano antes de salir hacia el dique de Los Sauces y el Parque de los Dinosaurios en Sanagasta. Este plus, el del ciudadano predispuesto a colaborar con el turista y promotor de su propia ciudad, fue considerado como una actitud “extraordinaria” por los visitantes.
COMPLICACIONES QUE DESALIENTAN
Menos positiva fue la evaluación de otra familia, que llegó en estos días de Formosa, pero la limitada variedad de alternativas la decidió a no prolongar la estadía. “Pensábamos en quedarnos un poco más, pero lo cierto es que no hay una variedad de lugares para visitar y también tenemos muchos inconvenientes con el estacionamiento, hay que hacer todo un trámite que desconocemos”, indicaron, en este caso, decepcionados. “Eso nos complica y cuando vos estás de vacaciones querés disfrutar y no complicarte, y en una ciudad donde no tenés cómo estacionar, no lo hacés”, observaron.
Agregaron que otro factor que “desalienta” es “la falta de guías”. En este sentido, y contrapuesto al testimonio anterior, relataron que en comparación a otras provincias, al momento de requerir información en algunos de los sitios que visitaron, recibieron respuestas muy parcas y hasta indiferentes. “Tuvimos que sacar las cosas como con un tirabuzón y sentimos esa falta de capacidad (por parte de los encargados) de presentar una propuesta con más fluidez y entusiasmo, lo que no resulta en un trato agradable”.
La falta de conocimiento de más opciones, el dar vueltas y vueltas por el centro hasta conseguir estacionarse y, una vez conseguida la proeza, no ser bien recibidos, llevó a los formoseños a continuar el viaje: “nos interesa todo lo que sea atractivo, pero no nos dieron muchas opciones para hacer, no nos informaron, entonces hemos dejado el camping, vamos a ir a algunos museos más, los que estén abiertos, y partimos hacia Sanagasta”. El nuevo rumbo abría expectativas a su búsqueda de superar el soporífero trance fuera de la Capital.
Un dato: en la oficina de informes de la plaza explicaron a este diario que, por iniciativa municipal, se provee al visitante de un adhesivo para el auto con la frase “Soy Turista”. El objetivo es que cualquier inspector al verlo en un coche detenido en las dársenas céntricas lo identifique y se abstenga de apurar la salida o levantar una infracción. Se da, como una consideración especial, un plazo de espera de entre 10 y 30 minutos. Pero esto depende en parte del inspector y hay algunos que no lo tendrían en cuenta, lo que genera algunos reclamos.
Conclusión: queda todavía un trayecto a recorrer hasta convertirse en una ciudad totalmente “amigable” y con eneros seductores que conserven la magia. Tanto para los que vienen de afuera como para sus propios habitantes. El entusiasmo se contagia. El tedio, la falta de interés, también.