Para Macri, el ajuste es ahora o nunca
09/02/18
Ahora o nunca. Esa frase recurrente vuelve a sonar en estos
tiempos turbulentos en la Argentina,
donde el Gobierno decidió acelerar
el ritmo del ajuste porque considera
que en 2019 no habrá margen para
adoptar sus medidas de austeridad.
Es que ese año Cambiemos deberá
revalidar sus títulos electorales, y
evitar el regreso del populismo,
ese conglomerado político que, a
juicio de la óptica oficial, dejó a la
Argentina al borde de convertirse en
Venezuela.
Cierres de organismos, reducción
del 25% en la plantilla de cargos políticos y hasta el despido sin contemplaciones de cualquier funcionario
que fuese pariente de algún ministro,
fueron parte de la jugada.
Esa movida persiguió el objetivo,
además de achicar el gasto, de predicar con el ejemplo en momentos
en que se produce un fuerte recorte
de empleos, cierran compañías y el
consumo cae con fuerza, a tal punto
que un hipermercado de primerísima línea decidió cambiar todos sus
carritos con un detalle: ahora cargan
la mitad que antes.
La última novedad fue la liquidación de la emblemática Lotería
Nacional y el achique del sobredimensionado Directorio del Banco
Nación.
En general, desde 1983 a esta
parte, los directorios de las entidades
financieras públicas sirvieron para
colocar allí a aquellos dirigentes a
los cuales se les debía algún favor de
campaña.
El problema es que cobran sueldos
estratosféricos en tareas de dudosa
necesidad, que de ser realmente necesarias, bien podrían desempeñar empleados con trayectoria y experiencia
para la tarea.
Esos directores apenas se dedican
Para Macri, el ajuste es ahora o nunca
Por: José Calero (*)
a levantar la mano para aprobar
algún crédito, que en general suelen
ser para intereses de sus provincias,
cámaras empresariales u otros “grupos de interés”.
A eso parece haberse acostumbrado la Argentina prácticamente desde
el esperado regreso de la indispensable democracia hasta ahora.
A tal punto que, en diversas oportunidades a lo largo de los últimos
20 años, las entidades empresariales
de una provincia clave del país, se repartieron la representación en varios
directorios con sueldos millonarios.
En otros organismos nunca se terminó de entender para qué debían tener tantos ejecutivos que realizaban
viajes costosísimos al exterior, y sobre
todo, tantos empleados para realizar
tareas similares.
En el mundo empresarial existe
un dicho que ilustra muy bien lo que,
en apariencia, el Gobierno intenta
desterrar: “Una señal de que una
corporación va por el mal camino la
da el hecho de que mientras las retribuciones de sus directores crecen, sus
utilidades no paran de caer”.
O lo que es lo mismo: empresas
públicas o privadas con escasa productividad, pero con una burocracia
millonaria y una vida de lujos.
Algunos análisis finos sostienen
que si Macri realmente demuestra
que apunta a desterrar esas prácticas
en la política argentina, tendrá un
porvenir de largo aliento.
Pero también advierten que si lo
que busca es hacer recaer el peso del
ajuste sólo sobre los eslabones más
débiles de la cadena, llámese trabajadores, pobres, clase media o el nombre que se les quiera poner, podría
“arder Troya”.
U N CLÁSICO : AFUERA MEJOR QUE
ADENTRO
Fuentes de primera línea de la
Casa Rosada hicieron trascender que
Macri está “desencantado”. La razón:
cuando va a lugares como Davos o París le llueven los “elogios”, mientras
en la Argentina son “todas críticas”.
El dardo de sus cuestionamientos son
los empresarios.
Dice que fogonearon su llegada al
poder, pero ahora nadan en ingratitudes varias, con el histórico “sálvese
quien pueda” que caracteriza al ser
nacional.
“Es como si tuvieran miedo de
salir a defender lo que siempre pregonaron por lo bajo”, se le habría
escuchado decir al presidente en la
gira europea.
Le faltaría decir, en lenguaje futbolero: “Salgan a la cancha”.
Entre las primeras espadas apenas
se escuchan algunas voces solitarias,
como las del presidente de FIAT, Cristiano Rattazzi, y no mucho más.
No sería el único tema que hace
ruido. Mientras Macri estaba en
el exterior, trascendió una versión
llamativa. El propio presidente le
habría hecho llegar la sugerencia al
ex presidente de la Sociedad Rural y
ahora ministro de Agricultura, Luis
Etchevehere, de devolver los $ 500
mil que percibió cuando cambió la
esfera pública por la privada.
Jefe de la Sección Economía de NA (*)