Encanto multicolor
18/07/18
VINCHINA (Enviados especiales). Enclavada en plena Cordillera de Los Andes, a 4.200 msnm, en 1980 Laguna Brava se convirtió en Reserva Natural para preservar a las vicuñas y flamencos que, como consecuencia de la caza furtiva, estaban al borde de la extinción. La naturaleza aún virgen y un valle multicolor, donde las montañas adquieren extraños tintes de azul, naranja, rojo, verde y violeta, invitan a descubrir este destino misterioso y seductor a la vez.
El equipo de Medios El Independiente emprendió una nueva aventura hacia el oeste de la Provincia para descubrir el maravilloso paisaje en el que se enmarca la majestuosa Laguna Brava.
Tres fueron los vehículos que conformaron la caravana que partió desde la localidad de Vinchina, guiados por los integrantes de la Cooperativa de Turismo “Laguna Brava”, Ariel Varas y Alfredo Cruz. Cabe señalar que desde 2009 es obligatoria la compañía de un guía capacitado y autorizado durante la travesía.
Bajo un sol radiante y un clima primaveral, insólito en temporada invernal, los turistas oriundos de Buenos Aires se mostraron entusiasmados de recorrer quebradas, valles y montañas.
Además de abrigo, los guías les recomendaron a los aventureros mantenerse hidratados, consumir comida liviana e inhalar el intenso aroma del yuyo “rica-rica”, el cual abre las vías respiratorias y prepara al organismo para el ascenso a la Laguna, situada a 4.200 msnm. De igual modo, ante cualquier percance que pudiera presentarse, los guías siempre están provistos de tanques de oxígeno y un botiquín de primeros auxilios.
Para aclimatar el cuerpo el grupo realizó una primera parada frente a “La Herradura”, una imponente montaña que forma parte de los diversos paisajes que presenta la quebrada de “La Troya”. Esta geoforma, producto de la erosión del viento y del agua, es bordeada por el río Bermejo, simulando ser una isla montada en medio del valle. Otros también dirían que se asemeja a una gran porción de torta de chocolate con cortes transversales.
Continuando el viaje entre altos estratos inclinados de un intenso marrón oscuro, la caravana hizo una pausa para apreciar una curiosa formación de un tallado perfecto denominada por los lugareños como “La Pirámide”.
Avanzando un poco más allá, y luego de transitar alrededor de 20 kilómetros, Ariel señala a lo lejos una montaña azulada, la precordillera, y otra redondeada y de cumbres nevadas, la Cordillera de Los Andes.
“Saliendo de la quebrada transitamos el ‘Bolsón de Jagüé’, que está rodeado por montañas, a la derecha se encuentra el río Bermejo y también se observa el cerro ‘Bonete Grande’ con nieve, un glaciar eterno, muy cerca de aquí se ubica la ‘Quebrada del Yeso’, donde se realizan travesías en 4x4”, explicó el guía.
En Alto Jagüé es preciso registrar el ingreso a la Reserva en la oficina de Guardafauna. Según relataron los baqueanos, cuando llueve las calles del pueblo, de aproximadamente 180 habitantes, se convierten en un río y las viviendas, construidas de adobe, quedan arriba de una especie de barranco.
“Aquí el turista puede degustar comidas típicas y productos regionales, como dulces caseros y frutos secos, además de artesanías y algunos yuyos para prevenir la puna en la montaña”, añadió Ariel.
Una postal para la memoria
Transitando por la ruta que tiene a la Laguna como destino final, los guías indicaron que “a medida que vamos subiendo sobre el nivel del mar la vegetación va disminuyendo, el clima acá es seco y árido, por lo que predominan la jarilla, el ‘pus pus’, retamos, molles, pichanas y las breas, yuyos que se emplean para hacer fuego, como plantas medicinales o para teñir lanas, entre otros usos”.
Se puede recorrer el mismo camino de ida y vuelta miles de veces, pero los colores siempre serán distintos para sorpresa del visitante. Cada curva y contra curva depara un nuevo tono.
Carlos, oriundo de Coronel Brandsen, provincia de Buenos Aires, llegó hasta Vinchina acompañado de su esposa Nelly. “Hace tiempo que queríamos conocer Laguna Brava, recorrimos varios lugares del país y acá el paisaje nos sorprende porque en pocos kilómetros cambian rotundamente las formaciones y los colores, es increíble, así que imaginamos que arriba todo debe ser mucho más espectacular”, expresó el turista en diálogo con Medios El Independiente .
Los colores reinantes en el paisaje se deben a los minerales que se apropian de las montañas, como son el óxido de cobre, azufre y de hierro, por mencionar algunos. “Hay un punto en el que quedamos entre precordillera y cordillera, frente a una postal maravillosa, el agua que corre a la orilla del camino es de deshielo”, precisó Ariel.
Asimismo se refirió a la presencia de los cóndores andinos en el cordón montañoso. Al respecto dijo que “existen organizaciones que se ocupan de protegerlos de la caza, estas aves son carroñeras, en cautiverio pueden vivir hasta 80 años, cada dos años ponen dos huevos y suele sobrevivir un solo pichón”.
Otros animales que el turista encontrará en el trayecto son las vicuñas. De acuerdo a los datos aportados por los baqueanos, el último censo realizado en 2006 arrojó la presencia de seis mil ejemplares de estos camélidos. “Cuando el macho cumple los cinco años deja la manada de los padres y se prepara para aparearse, puede llegar a tener hasta 20 hembras y vivir alrededor de 20 años”, señalaron.
Precisamente, fue para proteger a la especie, cuya lana es de alto valor en el mercado, de la caza furtiva que la Laguna se convirtió en Reserva en 1980.
En pleno contacto con la naturaleza
A medida que el camino se abría paso entre coloridas montañas a lo lejos se observó una construcción de piedra y argamasa (mezcla de cal y tierra), con techo curvo y anchos muros. Era el refugio “El Peñón”, situado a 3.600 metros de altura.
Construido durante la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento, el sitio, estratégicamente ubicado, se empleó como albergue de los arrieros que llevaban ganado hacia Chile. “Su forma es muy particular, fue diseñado especialmente para que no ingrese el viento ni se acumule nieve en el techo, adentro tiene un hogar para calefacción”, comentó Ariel sobre las características del lugar, las cuales pudieron ser comprobadas por los propios visitantes al ingresar a la vivienda.
Pero la travesía aún no terminaba. Los cerros de El Portezuelo dejaron a los expedicionarios pasmados por su belleza multicolor, sumados a los restos de nieve a la vera del camino perfectamente conservados.
De allí hasta el espejo de agua fueron tan sólo unos pocos kilómetros. A medida que los vehículos se aproximaban a la Laguna la ansiedad crecía. Es importante respetar las reglas de la altura, que obligan a caminar despacio y a no comer ni beber en abundancia.
Ante un sol que permanecía radiante, la Laguna surgía calma y brillante, con el agua serena, lo cual despertó la curiosidad de los turistas quienes preguntaron por el origen de su nombre. “La historia cuenta que los arrieros la bautizaron así, ya que cada vez que emprendían un viaje en esta zona debían enfrentar fuertes ráfagas de vientos, tormentas de nieve y de granizo, además de los inconvenientes propios de la puna”, subrayó Ariel.
En cuanto a su extensión detalló que “la Laguna mide 17 kilómetros de largo, entre cuatro y cinco kilómetros de ancho y su profundidad ronda los 75 centímetros y el metro en algunos puntos, el agua es salada y se evapora, en esta época gran parte se congela, en cambio en la temporada de primavera verano se ve poblada de flamencos rosados, cauquenes, chorlitos, gansos y patos andinos”.
Cuando se le preguntó por una chatarra que parecía ser un pedazo del ala de un avión, Ariel relató que “son los restos de un Curtis C 46 que aterrizó aquí de emergencia en 1964 cuando uno de sus motores falló”.
En ese sentido añadió que “el avin ﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽o añadi 30 de abril de 1964, eza en por el origen de su nombre. "y a no comer ni beber en abundancia. jala puedan desón transportaba ocho yeguas desde Lima, Perú, hacia Buenos Aires, luego de hacer una escala en Chile tuvo un desperfecto técnico, que tal vez se debió al sobrepeso, y el piloto improvisó un aterrizaje sobre la laguna confundiéndola con un salar”.
“Eran seis tripulantes, algunas yeguas fueron rescatadas y llevadas a Jagüé, una se escapó y a otra la tuvieron que sacrificar por sus lesiones, de esta última se mantiene el cuerpo momificado cerca de los restos del avión”, destacó.
En los rostros de fascinación de los visitantes pudo verse plasmada la belleza e inmensidad acogedora del lugar. “La verdad es que sigo sorprendido, a través de un grupo de Facebook vimos fotos de este atractivo, las expectativas iban creciendo y ahora pudimos darnos el gusto, la aventura que vivimos juntos fue maravillosa, no hay viento, hace calor y el sol está resplandeciente, tuvimos mucha suerte, ojalá toda la gente pueda descubrir este sitio porque es único”, declaró Carlos con regocijo.
Por su parte, Ariel exclamó “cuenten con orgullo que participaron de esta travesía, démosle gracias a la Pachamama que nos permitió disfrutar de este lugar, aquí todos son bienvenidos a entrar en pleno contacto con la naturaleza”.
Por más información sobre la excursión contactarse a través del Facebook Cooperativa Laguna Brava Turismo, del e- mail [email protected] , llamar al teléfono 3825494374 de 8 a 12 y de 16 a 21, o comunicarse mediante el whatsapp 3825409879.