Prestar el yo al que sufre para que pueda rearmarse
22/09/18
La Rioja tuvo su primera Jornada Regional de Psicología de la Emergencia. La misma se llevó a cabo el sábado pasado en la Facultad Barceló, donde un nutrido grupo de brigadistas, rescatistas, bomberos, profesionales, estudiantes y voluntarios de organizaciones recibieron capacitación.
La vicedirectora de la carrera de Psicología de la Facultad Barceló, Viviana Stirneman, las psicólogas Analía Matzkin (referente institucional de la Barceló y miembro del equipo de intervención en crisis de la Dirección de Defensa Civil municipal), María Marta Cristante (docente de la Universidad Nacional de San Juan y especialista del equipo de urgencia del hospital Guillermo Rawson) y Mariana Vega (especialista en Psicología de Emergencia), junto al rescatista David Pietrafaccia (éstos dos últimos integrantes del Equipo de Intervención en Crisis de Defensa Civil de la Municipalidad de Córdoba), dialogaron con EL INDEPENDIENTE y resaltaron la importancia de implementar y desarrollar técnicas destinadas a valorar y asistir a las personas más vulnerables ante una situación crítica, como puede ser una catástrofe, un desastre o un accidente con múltiples víctimas.
“Se trata de las primeras jornadas regionales que se organizan desde la carrera y estamos muy contentos, porque es una manera de abrir un ámbito como el de psicólogo en situaciones de emergencias y catástrofes, que aquí en la Provincia no tiene demasiado desarrollo”, indicó Stirnemann. El esfuerzo está puesto en “articular junto a las efectores de esas prestaciones la formación académica con las políticas públicas y las prácticas que se llevan adelante, lo cual posibilita la coherencia y garantiza la calidad y la eficiencia”, explicó.
Por su parte, Matzkin contó que la iniciativa surgió a partir de la idea de conformar una Red de Psicólogos de Emergencia dada la necesidad de ampliar esa área de competencia en La Rioja y al haberse firmado recientemente un convenio entre la Facultad y el Municipio de Capital. En ese marco, también se tramita un convenio de reciprocidad entre Defensa Civil de la comuna local y la que depende de la Municipalidad de Córdoba, con más experiencia en la temática.
“La intervención en una emergencia siempre se piensa en círculos concéntricos”, expuso María Marta Cristante, “a medida que se va desbordando una posibilidad de intervenir se van sumando los recursos más próximos”, de ahí la importancia de la coordinación regional, entre localidades vecinas con problemáticas parecidas. “Si existe una red armada previamente, cuando surge la necesidad es más fácil y rápido presentar una estrategia de atención”, añadió.
PRIMEROS AUXILIOS PSICOLÓGICOS
Acerca de los primeros auxilios psicológicos, la “herramienta estrella” en la que se centró la jornada, la profesional la caracterizó como “una estrategia transversal a toda la actividad que se produce durante una emergencia, la pueden usar todos los actores, desde los policías, emergentólogos y bomberos hasta gente común, líderes comunitarios, docentes o sacerdotes”. Esa “caja de herramientas amplia”, que parte de una construcción colectiva con altas dosis de ductilidad y creatividad, apunta principalmente a “sostener a una persona, una familia a una comunidad que atraviesa una situación de crisis”.
No hay dos emergencias iguales. Cada una exige generar recursos propios adecuados. “Siempre que pasa algo, tiene características diferentes a las conocidas”, aclaró Cristante. El triage psicológico permite así clasificar prioridades de atención y gestionar la salud mental, poniendo en movimiento los recursos que la misma situación presenta.
Según la Organización Mundial de la Salud, del 100 por ciento de las personas afectadas en su salud mental durante una catástrofe, se calcula que el 75 tendrá una recuperación rápida, un 15 por ciento requerirá algo más de asistencia, y sólo el 5 por ciento restante precisará de la atención particular de un profesional, porcentaje que coincide con el de la población que se estima posee una predisposición o trastorno antecedente. “Nos podemos encontrar con gente desbordada, cuyos mecanismos psíquicos, los que nos permiten comprender lo que está pasando en nuestro entorno, colapsan ante el cambio abrupto e imprevisible producido”, precisó Cristante.
Todo se vuelve incierto y es en esos estados de “shock” emocional que la presencia y el acompañamiento, puntual y específico, de un psicólogo especializado resulta un aporte importante. “Decimos que a esa persona le prestamos nuestro psiquismo mientras vuelve a rearmarse”, ilustra la psicóloga, “por ejemplo, hay personas que no se dan cuenta que hace frío y están desabrigadas, o descalzas, que llevan muchas horas sin alimentarse, sin tomar agua, o sin ni siquiera sentarse. A veces opera una distorsión de la percepción de sus necesidades”. Cuestiones acaso “mínimas, pero que si sabemos como instrumentarlas, tienen un efecto enorme al momento de obtener una recuperación más rápida y con menos sufrimiento, dos objetivos básicos de las primeros auxilios psicológicos”.
LO IMPREVISIBLE SE IMPONE
En la actualidad, el rol del psicólogo en situaciones de emergencia está más visibilizado e integrado, las mismas personas afectadas piden muchas veces este tipo de intervención. Antes eran los médicos, enfermeros, bomberos o policías, entre otros, quienes cumplían esa función. Sin embargo, “esos actores también notan la diferencia de contar con un psicólogo en el equipo y se sienten aliviados en su tarea, pudiendo dedicarse a lo suyo”, comentaron los especialistas.
Mariana Vega tiene larga experiencia en atravesar las calles de Córdoba, como parte de los profesionales que primero acuden en estos casos. “A quienes asistimos y acompañamos, a sujetos o comunidades que pasan por una situación crítica, las emociones nos atraviesan y dejan heridas”, comentó.
Por ello, la formación también contempla una serie de técnicas de protección y autocuidado, en las que, llamativamente, se descarta el “enfriamiento emocional”. “Hoy se sabe que los indicadores tanto cognitivos, conductuales como emocionales responden mejor cuando no nos insensibilizamos, cuando no nos disociamos”, detalló Vega.
“Este entrenamiento tiene más que ver con desactivar lo que queda adentro (debriefing-defusing), algo así como desactivar una bomba, porque si no colapsamos nosotros”, relató la psicóloga respecto al manejo del distrés en los operadores. “Para dedicarse a esta actividad profesional debería existir una selección por medio de perfiles, donde la capacidad de trabajar bajo presión resulta fundamental, ya que si bien hay protocolos de guía, lo imprevisible muchas veces se impone”, advirtió.
En cuanto a la empatía, Vega sostuvo que también es básica, aunque lo más indicado “no es ponerse en el lugar del otro, sino al lado del otro”. La intervención en crisis es puntual y no se siguen procesos de recuperación, sino que, en lo posible, se orienta y se deriva por escrito. “Apelamos a la red de contención comunitaria, nunca nos vamos hasta que no se armó esa red, cada comunidad tiene sus formas y recursos propios, así como tiene un modo de enfermar, tiene un modo de sanar”, en lo que también el profesional se convierte en facilitador.
David Pietrafaccia, desde su experiencia como parte de la primera línea en la atención de una emergencia, compartió que “prestar el yo a quien sufre es muy importante” y, en ese sentido, transmitió la certeza de la necesidad del apoyo psicológico en esas circunstancias. La desaparición de una niña arrastrada por la crecida de un río, hizo que el operador de Defensa Civil de Córdoba alcanzara esa comprensión. “El dolor me atravesó, sentí que no tenía las herramientas necesarias para sanarme y que si nos las adquiría de algún modo no iba a servir, iba a entorpecer y podía bloquearme. Nos pasa a muchos y entonces el no puedo, el no sé, también son válidos; ahí comencé a capacitarme”, explicó para resaltar aún más el valor de la formación en la intervención en crisis desde una perspectiva psicológica, materia que en La Rioja ya ha comenzado a mostrar avances.