Por la crisis se multiplica el cierre de locales en Capital
16/10/18
Un recorrido por el centro de la ciudad deja al descubierto el aumento de los locales comerciales vacíos, a la espera de que algún espíritu emprendedor se anime a alquilarlos. Lo llamativo es que el aspecto desolador de las persianas bajas o las vidrieras cubiertas avanza sobre ubicaciones tradicionalmente cubiertas, muy visibles y transitadas. Ventajas que hoy parecen débiles frente a la crisis que atraviesa el sector.
Hace pocos días, desde el Centro Comercial e Industrial de La Rioja, se difundió la preocupación por la notable cantidad de locales comerciales que en los últimos meses decidieron cerrar sus puertas por la falta de ventas y el aumento en los costos fijos. Un cálculo aproximado arrojaba un 30 por ciento de espacios desocupados en el microcentro de la ciudad.
Galerías, calles y avenidas adyacentes a la plaza 25 de Mayo, incluso en las peatonales frente al mismo paseo principal dejan ver vidrieras desiertas, o cubiertas con papeles y carteles de disponibilidad. En algunos casos, se conservan viejos anuncios de liquidación, en porcentajes por demás aprovechables pero que ni aún así impidieron el cierre.
El transcurrir de temporadas y la permanencia de esas leyendas entusiastas y coloridas adheridas a las vidrieras habla a las claras de que el vacío, sin que llegue un nuevo ocupante al local, se prologa ya por varios meses. Igual ocurre con los carteles que colocan las inmobiliarias y que de a poco comienzan a perder firmeza horizontal.
El rubro importa poco: de vereda en vereda, EL INDEPENDIENTE dio con espacios que antes ocupaban la venta de lencería, ropa infantil, pinturería, joyería, equipos para celulares, motos, ropa y accesorios femeninos, óptica, tatuajes, peluquería, zapatos, tecnología, más ropa, y hasta el local de una conocida consultora especializada en ofrecimiento de puestos de trabajo, sólo por nombrar algunos comercios ausentes en torno a la plaza. La caída en el consumo de productos y la demanda de servicios hizo muy pocas excepciones.
El comercio minorista, uno de los principales motores de actividad económica en la Provincia y que, a su vez, se nutre del circuito que echa a andar la gran palanca del empleo estatal, no la está pasando nada bien. Se trata de un crisis que no sólo provoca alarma en La Rioja: meses atrás se contabilizaron 350 locales vacíos en el centro de Salta, en General Pico (La Pampa) se detectaron 235 y un relevamiento de hace pocos días en Santa Fe dio cuenta de 851 locales en esa condición, la cifra más alta desde 2015.
El costo de seguir adelante
A la fuerte baja en las ventas, de entre el 40 y el 50 por ciento en los casos extremos, se suma como factor desencadenante el proceso inverso en los costos, es decir, el comerciante vende menos, lo que reduce considerablemente sus ingresos, y al mismo tiempo, se encarece el mantener el negocio. Los gastos fijos no dejan de subir: empleados, tasas municipales y alquileres requieren una rentabilidad mensual constante que hoy muy pocos pueden llegar a cumplir. Apenas se gana para seguir adelante.
Eso, el alto costo que implica un alquiler (más depósito y garantía al ingresar), sobre todo, si es en la zona más cara como en las calles principales, lleva a que cierres que antes duraban muy poco o se cubrían con suficiente antelación, sean notorios y dejen sectores del casco céntrico de la ciudad como una carcasa abandonada o bien una dentadura deslucida, con muy poco que festejar.
Son alrededor de 300 los despidos y suspensiones que se produjeron en el comercio en lo que va del año, según datos oficiales. Mientras, crece la informalidad, no sólo en cuanto a la falta de cumplimiento de los requisitos que hacen que un trabajador se encuentre debidamente registrado, sino a las alternativas que demandan menos costos, tasas y autorizaciones, como la venta ambulante, que ocupa cada vez más espacios y se diversifica en productos.
De los peluches, inciensos, bisutería, comestibles, remeras y anteojos tradicionales hubo avances en rubros que van desde cremas y perfumes corporales hasta plantas de vivero, utensilios para cocina, artículos de tecnología y objetos de arte. Todos reclaman su espacio para ganarse el sustento y llegar a más clientes. Y justamente, en ocasiones ocupan la vereda frente al lugar vacío que dejó un comerciante que no pudo seguir manteniendo su local. Porque cabe remarcar que un establecimiento que funciona en regla debe abonar al municipio como mínimo una tasa por la cartelería que exhibe. Esa y otras más.
Nuevas formas de venta
Por ese motivo llama la atención la ocupación constante del espacio público, que no sólo no se resuelve en cuanto a la venta ambulante de menor escala, que se realiza persiguiendo la mera subsistencia; sino la aparente falta de control en la instalación de algunos emprendimientos bajo la modalidad de novedosos food trucks, los trailers de comidas rápidas, que se amoldan a asentarse en las zonas más impensadas y provechosas.
A estas opciones que el comercio convencional se ve obligado a contrarrestar, hay que agregar la tendencia al frente de las épocas actuales: la venta online, al principio impulsada desde sitios especializados o creados por las mismas empresas con locales, pero que, comprobada la facilidad existente y gracias a la plataforma gratuita que ofrecen las redes sociales, hoy se multiplica en un terreno puramente digital.
Abundan los sitios de pequeños emprendedores en Facebook, y quien no tiene tiempo para atenderlos tan sólo necesita generar grupos a través de la aplicación de celulares Whatssap. Todo parece valer si de vender se trata y las fronteras se hacen difusas. Incluso se han facilitado en gran medida las operaciones empleando la tarjeta de débito o crédito. Hay sitios que prometen: “hacemos que cobrar y pagar no tenga límites”. Utilizando los acuerdos bancarios y la tecnología disponible, el usuario puede “recibir pagos con el celular, convertir su sitio en una tienda online y cobrar por chat o redes sociales”.
Se sabe que donde muchos ven crisis, otros ven sobresalir oportunidades. Las promociones habituales, las rebajas, el agregado de anexos hasta transformarse en polirrubros sin indentidad, parecen herramientas con algo de desgaste. Ante la necesidad de reinventarse y la de obtener apoyo efectivo con medidas que lo promuevan y eviten que la erosión continúe, de forma urgente, se encuentra parado en este tiempo el comerciante. Una verdadera lucha contra gigantes.