El latir de los mártires
24/04/19
Continuaron ayer las distintas actividades en el marco de la beatificación de los mártires riojanos. En las carpas Angelelli, Murias, Longueville y Pedernera, en distintos horarios se desarrollaron conversatorios, conferencias, debates y la proyección del documental Un tropiezo de ternura de Carlos Ruiz. En Chamical, desde las 20, se iniciaba la vigilia de oración en la parroquia El Salvador.
El conversatorio se realizó en la Carpa Enrique Angelelli, comenzó pasadas las 11:30 y se extendió hasta las 13. Tuvo como invitadas a María Magadalena Zalaya, una joven estudiante de abogacía de esta capital, que conoció la pastoral de Angelelli, cuando estudiaba el secundario; Ana Castillo, estudiante de trabajo Social de Santiago del Estero y que realiza trabajo comunitario en la diócesis de su provincia y Leonarda Hoeler, que desde joven acompaña la obra de las Hermanas de la Asunción, que llegaron a esta provincia en tiempo de Angelelli, y actualmente están viviendo en el barrio Los Obreros, en la zona sur de esta Capital.
La joven riojana relató que la primera vez que escuchó hablar de Angelelli fue en la secundaria cuando “nos hablaban del asesinato, de la realidad de los 70´ que vivía La Rioja. Nos impactó como adolescentes su coraje, su valentía de generar esa transformación y cambios tan necesarios en nuestra comunidad ”. Contó que desde ese momento surge “el Movimiento Estudiantil del Centro Educativo Provincial N°4 (MECEP), que pertenece al barrio 4 de Junio y generamos el cine club. Ahí nos encontramos con un hombre, con un compañero, una persona capaz de poder caminar al lado nuestro como un par”.
Zalaya resaltó que esa experiencia “nos llevó a entender el contexto social y político de la época, y decir que Angelelli nos instaba a comprometernos, a ser parte de esa realidad social, de poderla transformar desde el lugar que nos toca participar a cada uno de nosotros. Sus palabras textuales son esto, de dejar de ser espectadores miedosos y ser protagonistas de nuestra propia historia, de ir más allá de una palabra o un escrito”.
DESDE SANTIAGO DEL ESTERO
Castillo, contó su experiencia como integrante de una diócesis vecina de Santiago del Estero, con vestigio martirial también, “ya que monseñor Gerardo Sueldo, murió en un accidente trágico un 4 de septiembre de 1998 y estamos convecinos que no fue un accidente sino un asesinato, creemos que dio su vida por pregonar el evangelio”, como Angelelli.,
Relató que desde que llegó a la diócesis monseñor Sueldo, comenzó a trabajar y a pregonar un mensaje “en función de los que tienen su vida y la fe amenazada. Nuestro objetivo diocesano es madurar la iglesia santiagueña pobre y solidaria”.
Castillo, agregó que lo trae a mención en La Rioja, porque si bien “fue otro momento histórico en que el vivió monseñor Sueldo, nosotros los santiagueños lo tenemos muy presente. Su causa hoy está cerrada, la Iglesia nunca dijo nada, nosotros queremos sumarlo al compañero Sueldo a la vida de monseñor Angelelli y de sus compañeros”, Carlos de Dios Murias, Gabriel Longueville y Wenceslao Pedernera.
La joven compartió experiencias de trabajo comunitario que realizan para el empoderamiento de las mujeres, junto a campesinos que luchan por su tierra, para ayudar a salir de la calle a personas en situación de mendicidad. “En estas personas, en estos territorios es donde se sigue la pastoral de Angelelli y del obispo de Santiago de Estero, hecha vida y tiene frutos”.
AL LADO DE LAS HERMANAS DE LA ASUNCIÓN
A su turno, Leonarda, se presentó como Tupí huarani, mezcla con alemán, de la zona rural de Formosa. Nació 1968 cuando Angelelli llegó a La Rioja, “ese año pasa pasaron muchas cosas que creo que también marcó mi historia”. En 1978, junto a su familia emigraron a Buenos Aires, “en épocas de la dictadura estuvimos viviendo en Villa Itatí, en Quilmes, otra diócesis, muy marcada”, egresó. Contó que en Quilmes escuchó el nombre de Angelelli y muy emocionada, agregó que en un campamento de jóvenes que cuidada a los niños, conoció a las Hermanas de la Asunción, con las que sigue a su lado, hasta en la actualidad en esta provincia.
“Yo vengo de abajo, se lo que es no tener el pan en la mesa, y con las Hermanas de Asunción aprendí a enamorarme de este proyecto de Jesús que proclamaba monseñor Angelelli. Me quedó en el alma, esa frase que escribió: `el pan en el horno florece´, es para todos, para todas. Eso decidió mi profesión, al principio quería ser economista, y como conocí a las Hermanas me tenía que recibir pronto, y por eso me recibí de contadora”, añadió Leonada.
“ El proyecto de Jesús fue a través de las hermanas, y a través de ellas conocí a Angelelli, y esto de poder escuchar la realidad, de poner primero el oído a la realidad, y confrontarlo con la palabra. Lo aprendí en lo cotidiano, marcó mi vida, mi opción. Tuve la posibilidad de poder conocer a grandes varones y mujeres”.
Leonarda comentó que compartió con hermanas de diversas congregaciones “con ellas aprendí mucho de este Buen Pastor. Ellas hicieron enmaromarse este proyecto de Jesús, que lo acuñó monseñor Angelelli y los cuatro mártires, por el que dieron la vida, hasta su sangre. En La Rioja, las Hermanas de la Asunción no sólo permanecieron en un solo lugar, de Fátima a Aminga, de Aminga a los barrios Santa Rosa, 20 de Mayo, Virgen de Valle y ahora estamos en la zona sur, en Los Obreros, con un trabajo en la problemática de la adición”, concluyó Leonarda en su exposición.