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El director Nanni Moretti es la estrella del Bafici

Invitado de honor del Bafici, que le dedica una retrospectiva y hasta publicó un libro sobre su obra, el director de La habitación del hijo cuenta por qué se negaba a venir, y habla de la crisis del cine..



Nanni Moretti es la estrella de este Bafici. Y, como tal, a su alrededor circulan rumores atemorizantes. Como que es estrictísimo con la puntualidad: una demora mínima podría desatar al tano cabrón que, se dice, lleva adentro. Sentado en un sillón de la recepción del hotel, chusmeando una guía del festival con mirada miope, parece inofensivo. Pero atención: parece que está hecho una furia porque alguien le pasó mal el horario de sus encuentros con la prensa, y estuvo un largo rato esperando, en vano, a los periodistas. Ya sentado ante el grabador, reclama airadamente un vaso de agua. Y se indigna cuando, un rato después, una empleada del hotel interrumpe la charla para pedir que alguien firme el vale. Qué miedo. Algo del orden energético no anda bien, porque las luces del salón empiezan a parpadear, ante la incredulidad de Moretti.

 

“Siempre estoy incómodo: desde que me levanto hasta que me voy a dormir”, declaró hace poco este hombre, que quiere pelearle a Woody Allen el primer puesto en el ránking de neuróticos célebres. Cabe preguntarle cómo se siente al ser huésped de honor y tener que estar en el centro de la escena del Bafici: “Recién llegué. Escuché que los organizadores del festival tienen una gran preocupación por una manifestación que se hará esta noche. ¡Pero es sólo una manifestación! Hay demasiada agitación por eso”, responde, en referencia a la concentración de la comunidad cinematográfica que se hizo anoche en la puerta del Gaumont durante la ceremonia de apertura, en defensa del cine nacional y en repudio al despido de Alejandro Cacetta y otras autoridades del Incaa. Moretti completa: “Supongo que la pasaré bien: este es un tipo de festival donde hay un poco más de calidez que en otros. Espero que también haya eficiencia, algo que para mí es igual de importante”.

 

¿Le sorprende que se haya editado un libro sobre su obra en la Argentina?

 

Me gusta. No es el primer libro que se hace sobre mí, sí el primero que se hace en Sudamérica. Hace muchos años que me vienen diciendo que en la Argentina se les presta mucha atención a mis películas. Me han invitado muchas veces, y siempre dije que no. Ahora finalmente sentí que debía venir, porque todos eso años en los que me decían “en Argentina muchas personas conocen tu trabajo”. Me da mucha satisfacción esta retrospectiva y este libro.

 

¿Por qué siempre se negaba a venir?

 

Porque viajo poco. Siempre encuentro una excusa, un pretexto para evitar los viajes. Soy muy perezoso y sedentario.

 

Aquí se verá una retrospectiva casi completa de su obra. Si alguien no hubiese visto ninguna de sus películas, ¿cuáles le recomendaría?

 

Hice tan pocas películas que me obligo a mí mismo a tenerles el mismo cariño a todas, sin preferencias. No es una respuesta diplomática: de verdad no tengo una película favorita.

 

Siempre dice que sus películas son distintos capítulos de una misma novela. ¿Cuál es el eje temático de esa novela?

 

La esperanza. Contando lo que me pasa a mí mismo, espero poder contar lo que les sucede a los demás. Haciendo un cine muy personal, espero poder representar a los demás.

 

En sus películas suele tratar las relaciones personales y también la política. ¿Se puede establecer un vínculo entre algo tan privado y algo tan público?

 

Yo no he chantajeado nunca al público con un tema “importante”. Nunca he dicho: “Querido público, atención: estoy hablando de un tema fuerte”. Ese es un modo de hacer que no me gusta: obligar al público a que le guste una película porque trata un tema “importante”. Para mí no hay temas de Primera A y Primera B. Con cualquier tema se puede hacer una película buena o mala. No hago este razonamiento: “Público, debes ver mi película porque habla de algo importante”. Esa nunca fue mi manera de pensar o trabajar. Si la política entra en mis películas, lo hace atravesando los aspectos personales. En Aprile, mientras todos festejan el triunfo de la izquierda, yo festejo el nacimiento de mi hijo. En El caimán, que es una película sobre Berlusconi, todo es visto a través de los ojos de dos personajes, una joven aspirante a directora y un productor de películas.

 

Viene de Chile, donde estuvo bromeando sobre el adjetivo “morettiano”. ¿Existe lo morettiano?

 

Yo no soy morettiano, soy sólo Moretti. No lo sé, eso de “morettiano” es algo que me ha dicho Alan Pauls. No soy un experto en mis películas. Las he hecho, pero no sé interpretarlas.

 

Nanni Moretti: "Yo podría vivir sin filmar, no sin ver películas"

La habitación del hijo, La película por la que ganó la Palma de Oro en Cannes, en 2001, integra la retrospectiva de su carrera.

 

Creció como espectador de una época dorada del cine de autor, italiano y europeo. ¿Está en crisis actualmente el cine de autor?

 

Cuando yo empezaba a filmar en Súper 8, 44 años atrás, ya se hablaba de la crisis del cine. Pienso que se podría hablar de crisis del cine si los espectadores no quisieran ver más películas, o los directores no quisieran filmar, o los críticos no quisieran escribir. Pero siempre habrá un deseo de contar historias a través de películas, y existirá el deseo de verlas. Sí es cierto que están en crisis las salas. Desde hace 26 años yo tengo un cine en Roma y veo cómo menguó el público de la sala durante todo este tiempo. En mi sala programo cine de autor, y a los jóvenes no les importan esas películas. Si van al cine, van a ver otras películas, en otro tipo de salas.

 

¿Hay alguna manera de combatir ese fenómeno, de reeducar al público?

 

En mi modo de dirigir, lo que yo hago es hacer como si nada sucediese. Es decir: no hago nada. Es una actitud equivocada, pero es la que tengo.

 

Se supone que ahora hay más creatividad en las series. ¿Haría una, como Paolo Sorrentino o Woody Allen?

 

Es que hay que filmar mucho por día. Las series tienen un ritmo veloz, y yo tengo un ritmo lento durante los rodajes. Eso es lo que me frena. Si no, no tendría nada en contra.

 

Usted dijo que le cuesta cada vez más escribir, porque es cada vez más autoexigente. ¿Tuvo períodos de sequía creativa?

 

Ahora, por ejemplo. No tanto de nulidad, sino que trabajé sobre una idea y la eché a perder, después trabajé sobre otra idea y también la eché a perder. Al final volví sobre la primera idea y la abandoné otra vez. Esta es la situación en este momento. No sé, aunque no lo pensaba hace 30 o 40 años, ahora pienso que si me llegase un guión de otra persona, podría filmarlo, ¿por qué no? Antes me negaba. Si me llegase una linda historia policial, la haría.

 

¿Podría vivir sin filmar?

 

Creo que sí. No sin ver películas, pero podría vivir sin filmar.

 

O sea que este desierto creativo no le preocupa tanto.

 

Hay cosas peores en la vida.