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Murió Alberto Ure: un pionero, un creativo, un referente

Director y autor teatral, murió a los 77 años. Dejó un sello único en la escena argentina..



Dramaturgo, docente, director, ensayista teatral y además, director de televisión, Alberto Ure murió ayer en su casa a los 77 años. Había sufrido un ACV, en 1998, del que nunca pudo recuperarse del todo. Sin embargo, a pesar de haber estar alejado de la actividad desde hacía casi 20 años, su aporte a la cultura, especialmente al teatro, resulta fundamental.

Ure había nacido el 18 de febrero de 1940 en Buenos Aires y tuvo una carrera metéorica. Tras un breve paso por el mundo de la publicidad como creativo, el teatro resultó el medio donde todo su potencial encontró cauce. Fue discípulo de Carlos Gandolfo, al año siguiente pasó a ser su asistente y enseguida fueron socios.

En 1968 dirigió Atendiendo al Sr. Sloane, del autor británico Joe Orton. Y luego de un breve paso por Nueva York donde se contactó con las teorías de Jerzy Grotowski, de vuelta en Buenos Aires, comenzó con su faceta docente. Fue uno de los pioneros en dedicarse al psicodrama y en experimentar con nuevas técnicas teatrales.

Su paso por el Teatro San Martín con varias obras dejó una marca de época. Junto a su esposa, Elisa Carnelli realizó una adaptación de Antígona de Sófocles. Esa obra y otro clásico, El padre, de August Strindberg después de pasar por El excéntrico de la 18° (espacio independiente que el bautizó así), subieron al escenario de la Sala Casacuberta. Más tarde, su puesta de Los invertidos de José González Castillo fue un éxito total de público con funciones a sala llena durante un año también en el San Martín. En estas obras, su gran protagonista fue Cristina Banegas (Ver.”El hombre...)

En la década del ‘70 fue docente en el Conservatorio Nacional de Arte Escénico pero con la dictadura en el poder, se exilió en España donde también se desempeñó como docente y director. } Absolutamente versátil, dirigió a Graciela Alfano en el debut teatral de la actriz en Espía por amor, una obra del circuito comercial, a la vez que fue uno de los participantes de Teatro Abierto, ya en la década del ‘80.

Más tarde fue director contratado del Teatro Municipal General San Martín. También se desempeñó como director adjunto del Centro Cultural Recoleta entre 1990 y 1993, durante la gestión del escritor Miguel Briante.

Pero Ure, además,fue un referente profesional en el mundo televisivo. Además de ser director de Casting en Canal 2 y en Canal 13 durante varios años, es recordado también como director de actores en ciclos como Bárbara Narváez (1985) y Zona de riesgo (1993). Ure también participó como actor en la película Sinfin dirigido por Christian Pauls.

Como dramaturgo, escribió una sola obra, La familia argentina. Sin embargo, esa pieza que tuvo varias versiones, fue el antecedente de una tendencia que apareció años más tarde en otros autores, donde la podredumbre social hace mella irreversible sobre las relaciones familiares, siempre con un humor corrosivo.

Fue autor de tres libros, Sacate la careta, Rebeldes exquisitos y Ponete el antifaz sobre teatro, cultura y política, se transformaron en material de consulta ineludible en los conservatorios de arte dramático.

En el año 1998 fue víctima de un accidente cerebrovascular, del que se fue recuperando lentamente pero sus secuelas le afectaron la movilidad y lo mantuvieron alejado de la actividad. Prolífico también en lo personal, Ure fue padre de siete hijos, muchos de ellos dedicados también a la actividad cultural.

En su libro Sacate la careta decía: “La única verdad es el presente, como sabe el que sufre una pasión o la ha sufrido alguna vez; los demás, las almas serenas y bien pensantes, le hablan del futuro y del pasado para distraerlo, para calmarlo, para aplacarlo con tácticas reformistas”.

Su cuerpo, fue velado en la Casa de Cultura de la Ciudad. Su obra y su figura ya forma parte del patrimonio cultural argentino.

Alberto Ure fue alguien absolutamente único. Fue quien abrió el espacio de pensamiento sobre el teatro y la cultura argentina hacia adentro, cuando todos miraban para afuera. Era un autodidacta que nos llevaba a todos varios cuerpos de ventaja con la lectura. Yo no entendía cómo es que hacía para leer tanto y tan rápido. Y es porque no dormía. Durante siete años trabajamos juntos: lo primero fue “Puesta en claro”, de Griselda Gambaro. Después siguieron “Antígona”, “El padre” y “Los invertidos” Tenía una personalidad avasallante y un gran sentido del humor. Creó una técnica de improvisación que, todavía muchos utilizamos. Es un nombre fundamental de nuestra cultura.