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Doña Petrona tendrá su propio museo

A fin de mes abrirá sus puertas un museo dedicado a la ecónoma, figura inolvidable de la cocina argentina. Está ubicado en Once, en una zona de bazares gastronómicos, y cuenta con “reliquias” que atesoraban sus nietos y que cedieron los fanáticos. Una recorrida por las distintas facetas de Doña Petrona, a través de los objetos..



“Mi abuela y mi madre eran seguidoras de Petrona, siempre me hablaron de ella. Es un personaje que estuvo muchos años arriba, no es un personaje efímero”, contó a Télam Richard Saavedra, dueño del edificio donde se emplaza el museo, quien se contactó con los herederos de Petrona y decidió juntar y exhibir todos los recuerdos que habían atesorado de su abuela.

La colección incluye la cocina original de la ecónoma y otra a gas de la época, donada por una seguidora, de la línea que Doña Petrona promocionaba al enseñar a las amas de casa y por la que se hizo conocida: “Era todo un cambio tecnológico, antes se cocinaba a leña o kerosene”, explicó.

Marcela Massut es nieta de Doña Petrona. Junto a su hermano Alejandro pusieron a punto las pertenencias de su abuela que se desplegarán: “Hay cosas que estuvieron durante muchos años en su laboratorio, donde trabajaba profesionalmente. Hay también vajilla, cosas que tienen que ver con lo íntimo, para servir en su casa, para agasajar a sus amigos, y también cosas de la televisión”, contó Marcela, quien en diálogo con Télam recordó distintos aspectos de la vida de su abuela.

Uno de los objetos estrella del museo, elegido por Saavedra, es una máquina de pastas de principios de los años ‘30, de madera y metal y en perfecto estado: estira la masa, corta en dos medidas y sirve para hacer ravioles.

Además, hay una batidora Kenwood blanca, impecable, de los años 60, del estilo de las que se podían ver en “Buenas Tardes, Mucho Gusto”.

Doña Petrona fue una referente de los cambios tecnológicos de su época: se hizo conocida por enseñar a las amas de casa a cocinas en los nuevos aparatos a gas. Con el correr de los años, incorporó también al freezer, pero “nunca entendió el microondas”, cuenta su nieta.

“Cuando tenés opciones de calores, ollas de hierro y educación en una cocina, donde necesitas ciertas temperaturas, ciertos espesores para lograr las cocciones, fondos de cobre y esas cosas, no necesitas tener esas otras locuras”, contó Marcela.

Los libros

En el museo habrá expuestos una gran cantidad de libros, fascículos y escritos de la ecónoma. “Yo no sé cómo hacen para desprenderse de los libros, les pido a las fanáticas que me los cedan, que no me los den”, contó Saavedra.

Los nietos recopilaron todas ediciones que realizó su abuela, aunque están aún buscando toda una generación, del año ‘63 hasta el ‘75, que van buscando de a poco en negocios de antigüedades.

“Del último que compré, la señora que lo tuvo dejó todas las hojitas de anotaciones. Para mí esas cosas son sagradas: tenía esa letra, como de caligrafía, con los dobleces de las t y las a, de la generación de mi abuela. Mirá cómo a pesar de las miles y miles de recetas que hay ahí adentro siempre había alguna anotación más, yo ni toco eso, esas cosas son recontra emocionantes”, aseguró Marcela.

Juntas, desde que la abuela se retiró de la televisión en el ‘83, se dedicaron a cocinar y a pensar nuevas recetas. “Yo agarraba su cocina, probábamos cosas, íbamos anotando para sacar una receta del libro y poner una nueva, de eso se trataron esos años”, recordó.