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¿Quién se acuerda de Joaquín Víctor González?

Una de sus biografías dice que nació en Nonogasta en 1863. Fue diputado, gobernador de La Rioja, varias veces ministro de la nación, fundador de la Universidad de La Plata, creador del Instituto Superior del profesorado que hoy lleva su nombre en Buenos Aires, fue miembro de la Real Academia Española, formó parte de la Corte Internacional de La Haya en 1921..



Por Carlos Liendro

Es un hombre que ha pertenecido a un final de siglo y a un cuarto de otro. El capítulo de su pertenencia a la masonería donde Sarmiento era su Gran Maestre de la orden, lo desarrollaremos en otro escrito (citado por Sebastianelli, 2009 ‘La influencia de la masonería en la fundación de la Universidad de la Plata’). Como jurista en 1887 fue miembro de la comisión de la reforma constitucional y luego del proyecto de Constitución para La Rioja. Escribe algunos textos como ‘La tradición nacional’, donde el tema es la historia del país, la sociología, el folklore. Se recibió de doctor en jurisprudencia a los 23 años en la Universidad de Córdoba. Su tesis fue sobre ‘La revolución’. Por 1894 ocupa una cátedra en la Facultad de derecho de la UBA, donde dicta ‘Legislación de minas’, algo que conocía muy bien por su origen; luego ocupará el Consejo Nacional de Educación, y cómo académico tendrá una cátedra en Filosofía y Letras de la UBA.

Es considerado como uno de los últimos exponentes de la generación del 80. Fue gobernador de La Rioja a los 26 años, y luego comienza a ocupar cargos nacionales. Todo de la mano de un tucumano, que iba por su segunda presidencia: Julio Argentino Roca. En 1901 Roca lo coloca al frente del Ministerio del interior, luego será ministro de Justicia e Instrucción Pública, donde crea el Instituto Superior, con docentes en su mayoría extranjeros y especialmente alemanes. Manuel Quintana como presidente (1904- 1906) lo nombra en el Ministerio de Gobierno y Relaciones Exteriores. Como ministro logra una de las primeras reformas electorales, que permitirá que Alfredo Palacios, sea elegido diputado por el socialismo. En paralelo, desde 1906  preside la Universidad de La Plata, hasta 1918. Dos años antes vuelve a ser elegido senador nacional por su provincia. Fallece en 1923.

Investigando sobre unos trabajos ‘El nacimiento de la clase media en Argentina’, me encuentro con un discurso de Joaquín V. González (Adamovsky  E., ‘Historia de la clase media. Apogeo y decadencia de un ilusión’, 1919- 2003). Fue en febrero de 1920 en el Senado de la Nación. No se puede negar que González fue uno de los intelectuales más lúcidos de su generación. Formado en el positivismo ‘comtiano’ (en la frase de Auguste Comte: ‘orden y progreso’), tenía desde joven la preocupación de las revoluciones. Eran ‘las pasiones desenfrenadas de las masas’, alterando toda la paz del crecimiento ‘comercial e industrial’, escribe en algunos de sus textos. Por eso se le atribuye como uno de los primeros en mencionar a las clases medias, en tratar de definirlas y de por qué deben existir. En ese discurso las valora, mucho de lo que había visto en Europa lo preocupaba. La necesidad de establecer un ‘orden’ (del sector dominante, la oligarquía, para decirlo directamente) era la inmensa cantidad de inmigrantes. Argentina por fines del siglo XIX tenía aproximadamente dos millones y medio de habitantes. En 1920 (luego de la Primera Guerra Mundial) había unos doce millones.

González manejaba muy bien el francés, y había estado en Europa: no existía la clásica división; para él eran dos: la gente bien, la gente decente y la plebe: el bajo pueblo, gente común. La llegada de todos esos ‘resentidos’ (como los denominaba) gallegos, italianos, polacos, rusos, con sus ideas anarquistas y socialistas, nada tenían que aportar a nuestros país. La ley de residencia (donde se los podía expulsar sin juicio previo) es de 1902. Las ‘clases medias’, sirven para mantener un equilibrio social sacudido por las perturbaciones obreras. La revolución Rusa (1917), y lo que luego se denominó ‘La semana trágica’ (1919) donde los obreros de una empresa metalúrgica se organizaron para tomarla ante las condiciones  de trabajo y económicas que atravesaban, fueron violentamente reprimidas con cientos de muertos, lo habían asustado.

Como periodista Joaquín V. González había escrito en La Nación (25/4/1920): “La clase media, su protección y defensa”, comparaba como en Gran Bretaña, la clase media se había unido y ‘era una nueva fuerza de preparación de la verdadera pacificación social’. Los diarios opositores salieron a responderle: era la propaganda electoral de un ‘viejo oligarca’. Al fin y al cabo (como hacen muchos editorialistas de hoy en los diarios del poder) él advertía lo que podría suceder si no se tiene en cuenta como mantener a estos sectores medios en el consumo, el conformismo y teniendo a alguien a quien odiar como una amenaza constante que puede volver.