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Psicólogo analizó los riesgos de naturalizar los hechos de extrema violencia

El licenciado en Psicología, Silvio Litvin fue entrevistado por El Independiente Digital para reflexionar acerca de la naturalización de los hechos de violencia extrema vividos recientemente en La Rioja. El especialista instó a “Manifestar el asco para contrarrestar la violencia, para no habilitar la nueva violencia. Una violencia que queda impune habilita a otra, cortemos la cadena entonces”, dijo entre otros conceptos..



“Creo que tenemos una especie de acostumbramiento y naturalización de la violencia. No nos pasma. Si no conseguimos despabilarnos no va a surgir nada que modifique esto y modificar qué y por qué, ya que hay que tener una motivación para modificar”, reflexionó Litvin quien fue convocado a reflexionar en el contexto del femicidio de Deolinda Torres a manos de su ex pareja Santiago Condori como también el hecho protagonizado por Segundo Daniel Vallejo quien mató a golpes a un perro en plena calle y mientras era filmado.

Respecto a cómo entender la necesidad de que la violencia no se convierta en una costumbre, el especialista resumió “Creo que nadie puede tener la respuesta abarcadora. Me parece genial que un periodista se despierte con esta inquietud de decir algo. Vi también un par de comentarios de lo que es la naturalización. Cuando la policía dice estos a la noche se arreglan, etc. etc. empezar a darnos cuenta de que en uno de cada mil no tenían razón y al darse cuenta hay una muerte. No pueden decir voy a ayer y hago lo que tengo que hacer. Yo justifico que el funcionario se sienta podrido de actuar a veces, pero también le pido que entienda qué pasa cuando dentro de los mil hoy una persona puede estar viviendo. Y si esa restricción se hubiera cumplido hoy esos niños estarían con su mamá. No es poca cosa. Creo que hay que decirlo. Pero acostumbrarnos a pasmarnos y que nos dé asco. Estos niños van a vivir sin la mamá y sabiendo que el papá se la mató. Y a nadie se le mueve un pelo. A mi me repugna la raza humana con esto y no pretendo entrar en erudición”.

En cuanto a lo que resta por hacer en este sentido, Litvin señaló “El problema es que se van otorgando habilitaciones. Es como un eslabón que se reproduce porque si acá no pasó nada, acá tampoco pasó nada entonces yo espero que el próximo tampoco pase nada. Tiene que haber sanción, pero no solo la dictada por un juez sino de los que quedamos perplejos de mirar con asco. Decir yo con vos no tengo nada que ver. No hablar de la amistad, que es un buen tipo, que se le habrá ido la mano y demás. No. Le pegó. Le pegó cada vez que sucedió tal cosa y no nos da asco y eso habilita. Puedo entender que estaba fuera de sí, pero buscá la manera para aflojar, vos sabes lo que sigue, para eso somos seres razonables. La ira es un sentimiento absolutamente humano, la sed de venganza es humana, pero para eso las sociedades creamos las leyes, para regular los instintos y las pasiones. Todos tenemos pasiones, pero quién sos vos para seguir siendo niño a los 40 años. A un niño se le dice no se toca y lo vuelve a tocar y lo vuelve a tocar hasta que se educa. Pero ya cuando tenés 40 años no sos más niño y no se puede justificar en las pasiones. Las pasiones hay que aprender a dominarlas porque eso estropea la vida de otro, al extremo de dejarlo lisiado o muerto. No estamos hablando pavadas”.

Paralelo a esto también existe un sector de la sociedad que apoya los hechos de violencia, “Ese es un tema impuesto por intereses muy grandes. Esto no es espontáneo. Tenemos fulanos que se la pasan difundiendo la importancia de la justicia por mano propia. De que como las instituciones no dan respuesta yo tengo autorización a hartarme y encajarle un tiro a otro y decir este no va a joder más. Esto es la ley de la selva. No se entiende que se transforma en un mamarracho que no es sociedad, donde cada uno tiene derecho a sacarse de encima cualquier bronca y enchufársela al próximo que puede ser la esposa, el tío, el delincuente. No es así. La sociedad se organiza a través de reglas que impiden la ley de la selva que es de los animales no racionales. Los animales racionales que somos nosotros nos imponemos las leyes, no nos gusta aceptarlas porque son restricciones a la vida de uno, pero esa restricción que uno ofrenda a la sociedad es la que los otros miembros de la sociedad me ofrendan a mí y nos permiten una vida predecible. Puedo salir de mi casa, veo a mi vecino, pero no espero que me tire un cascote por la cabeza porque una rama de mi planta cayó a su terreno. Eso no estoy esperando, no estoy al acecho de que me tire un ladrillazo. Hasta el más santo tiene pasiones, pero hemos convenido las sociedades en tener reglas de juego. Tenemos la ley máxima en la Constitución que establece reglamentos básicos y luego las otras leyes y ordenanzas que dan reglamentos específicos para cada caso. En ningún caso contradiciendo a leyes de mayor jerarquía. Ese es un ordenamiento que nos pusimos hace siglos para poder vivir en paz. Entonces la ferocidad viene frenada por reglamentación y por un acuerdo social que requiere maduración y aceptación del otro, requiere respeto al otro y a veces aparece la pasión y en ese momento hay que frenar. ¿Y cómo hacemos que ese frene a tiempo? Cuando demostremos que nos da asco. Hoy en lugar de darnos asco por los grandes medios de difusión dicen hay un choro menos. Las armas no están porque sí en un momento de exasperación. Yo me puedo exasperar, pero por más que busque en mis bolsillos y en mi placard no sale un arma. No solo tengo que estar fuera de mi, sino que además en frío debo haber puesto a mano un arma”.

Manifestar el asco

Para finalizar el especialista reflexionó sobre la manera de contrarrestar este tipo de hechos “Creo que hay poca gente que se pasma. Poca gente que se sorprende. Los pocos que estamos hagamos ruido. Esto que estamos conversando tiene que ver con hacer ruido, seguro es un poco más que si no lo hiciéramos. E invitemos a los demás que se pasman, que sienten el rechazo, que sienten la náusea de pensar un cráneo destrozado y dejarle eso como herencia a los hijos de esta mujer. Dejar a 4 huérfanos chiquitos sabiendo que el padre mató a la madre, si no te da asco esto ya no te va a dar asco nada. Por lo menos manifestá el asco. Manifestar el asco para contrarrestar la violencia, para no habilitar la nueva violencia. Una violencia que queda impune habilita a otra, cortemos la cadena entonces. Cortemos la cadena en el lugar que sea, en el negocio del barrio cuando sale el tema, si trabajás en una institución donde estos problemas circulan, en la policía, la justicia, no nos hagamos eco de la idiotez de que hoy viene a hacer la denuncia una mujer y mañana son amigos otra vez y en la semana se vuelven a pelear y yo no vengo a trabajar para atender esto. A lo mejor esto en tu trabajo te cansa, pero si en 999 casos podés tener la razón y en un caso puede ser un error tuyo y por cometer ese error mañana esa persona no vive más. Entonces no sería mejor atender los mil casos porque a lo mejor uno era auténtico”.