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Piñera sorprendió al exponer la cuestión mapuche en su asunción

El flamante presidente llamó a cinco grandes acuerdos, entre los que incluyó la paz en la Araucanía; prometió acelerar el crecimiento económico y profundizar políticas sociales..



En su segunda asunción como presidente de Chile, el magnate Sebastián Piñera sorprendió ayer al incluir la solución del conflicto mapuche entre las prioridades de su mandato, al que calificó como una "nueva transición" en la historia del país.

Los otros grandes acuerdos nacionales que pidió eran más esperables: uno por la infancia, otro por la seguridad ciudadana, otro por la salud oportuna y de calidad, y otro por alcanzar el desarrollo y derrotar la pobreza en ocho años.

Aunque no dio detalles sobre cómo piensa pacificar la Araucanía, en el mismo discurso Piñera habló de modernizar las policías y sus sistemas de inteligencia para combatir el narcotráfico, la delincuencia y el terrorismo. El nuevo jefe de Estado ha dejado claro en el pasado que considera que en la zona mapuche el terrorismo existe. En los últimos veinte años, con especial fuerza en los últimos diez, las comunidades mapuches del sur chileno han estado envueltas en violentos reclamos territoriales que también se sintieron en la Argentina.

Desde un balcón del Palacio de La Moneda, y frente a un par de miles de adherentes que estaban en la Plaza de la Constitución, Piñera bautizó a su segunda administración como la nueva transición, porque la primera fue la transición a la democracia, que comenzó en 1990 con el fin de la dictadura de Augusto Pinochet. Esta nueva transición "es hacia un Chile sin pobreza y con más oportunidades", y consiste en convertir la que fue "la colonia más pobre de España, en el primer país que llegue al desarrollo" en la región.

"Debemos recuperar el Estado para todos los chilenos", pidió Piñera, que prometió luchar contra la burocracia y comentó que "para todos estos objetivos, es fundamental revertir el estancamiento de los últimos años".

Como hace ocho años, Michelle Bachelet le entregó el poder al empresario Sebastián Piñera. El déjà vu es inédito en la historia y se da entre adversarios políticos, ella socialista y él, de derecha, pero también entre dos personas que se conocen desde muy jóvenes, que antes veraneaban en el mismo lago y compartían la misma fogata. La ceremonia de transmisión del mando, breve y protocolar, es una de las tradiciones republicanas que Chile se jacta de mantener a salvo de las malas vibraciones de la política. Por eso, en la mañana, antes de las ocho, fueron cientos los que llegaron a despedir a Bachelet a la Plaza de la Constitución. En el mismo lugar, diez horas después, otros tantos llegaron con banderas de Piñera para saludar el ingreso del nuevo presidente.