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Colombia castiga a las FARC y premia a Uribe

Un primer vistazo a los resultados electorales de Colombia supondría una amenaza para el cumplimiento de los acuerdos de paz de La Habana entre el Estado y la guerrilla de las FARC. El triunfo de su mayor detractor, el expresidente Álvaro Uribe, quien ya es el senador más votado de la historia con más de 875.000 apoyos, y la victoria de su partido, Centro Democrático (CD), que obtuvo el primer puesto en el Senado con 19 escaños y el segundo en la Cámara de Representantes tras el Partido Liberal, parecerían en principio una losa de muchas toneladas para un acuerdo que avanza a duras penas..



La confirmación de Iván Duque, apuesta personal de Uribe, como candidato presidencial de la derecha para la primera vuelta electoral y el estrepitoso fracaso de las FARC, que solo obtuvieron 52.532 votos (0,34%) en el Senado cuando se esperaba el triple, apretarían aún más la soga en torno del acuerdo de paz.

Pero en política las cosas muchas veces no son como parecen, sino todo lo contrario. "Los resultados son tranquilizadores, dan un margen de maniobra para que se siga avanzando. No habrá cambios significativos en el desarrollo del proceso", dice a LA NACION Jorge Alberto Giraldo, decano de la Escuela de Humanidades de la Universidad Eafit de Medellín.

Lo mismo que este intelectual pensó el presidente Juan Manuel Santos , quien en una atrevida maniobra, y contra el consejo de sus asesores, decidió retomar el diálogo con la otra guerrilla, el Ejército de Liberación Nacional (ELN), protagonista de una cadena de atentados y cuyos vínculos con Venezuela han disparado las alarmas en el ejército colombiano.

"Pensando en salvar vidas, en lograr una paz completa para Colombia..., he dado instrucciones al jefe del equipo negociador para que viaje a Quito y reactive la mesa del diálogo", sorprendió ayer Santos, quien además alabó la tregua que mantuvo esa guerrilla durante la jornada electoral.

El ELN ha cometido dos grandes atentados desde que se rompieron las negociaciones. En el primero, contra una comisaría en la costera ciudad de Barranquilla, murieron siete policías, víctimas de una explosión. En el segundo, un convoy del ejército fue atacado cerca de la frontera con Venezuela, provocando la muerte de cinco militares.