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La Cruz Mayor del Cementerio El Salvador invadida por imágenes sagradas destruidas

Decenas de santos y santas en distintas advocaciones, rosarios y un sinnúmero de elementos sagrados han sido depositadas a doquier alrededor del altar donde se levanta la Cruz Mayor ¿Cómo llegaron hasta ahí?, ¿Qué destino tienen? ¿dónde terminan esos pedazos de yeso o madera? El Independiente intentó una respuesta..



El silencio, la actitud de respeto y el clima de recogimiento, constituyen como una especie de preámbulo o antesala cuando alguien se apresta a ingresar al Cementerio “El Salvador” de esta capital emplazado en el sector este en el barrio que lleva su nombre.

Recorrer pasillos y calles internas en medio de nichos, algunos abandonados y mausoleos de todos los estilos, varios aquejados por el tiempo, roban las miradas de muchos curiosos que llegan en forma diaria al campo santo a visitar algún deudo o bien ser testigo de una ceremonia de inhumación.

En ese recorrido de por sí doloroso, donde se conjugan lágrimas y recuerdos, mientras se camina sigiloso suele ocurrir en ocasiones que el largo laberinto interno de callejuelas llevan a muchos hasta la “Cruz Mayor” para depositar alguna flor o bien elevar alguna oración para alguien que ha fallecido.

La “Cruz Mayor” suele ser el epicentro de cualquier necrópolis y sobresale en medio de una geografía de tumbas, es el más universal de todos los símbolos, el que representa la religión cristiana y adquiere mucha significación en el “Día de los Difuntos”. Es que allí atraídos por una vivencia espiritual llegan a rezar, a colocar y encender velas y flores, aquellas personas que tienen sus familiares fallecidos en cementerios de lugares distintos o lejanos.

Imágenes destruidas

Quienes visitan la “Cruz Mayor” del cementerio municipal podrán observar a simple vista que están al azar depositadas al pie del monumento decenas de imágenes sagradas, santas y santos en sus distintas advocaciones y de Cristo mismo están esparcidas sobre el amplio altar que alberga la Cruz.

Hay imágenes de todos los tamaños, tipos, calidades, pero todas muestran las heridas de la destrucción. Algunas directamente parecen decapitadas por el tiempo, otras sin alguno de sus miembros superiores como mutiladas por el capricho, otras quebradas por la indiferencia o bien partidas en varios pedazos por obra y gracia de consuelos misteriosos nunca develados.

Allí están, abarrotadas por la voluntad de manos anónimas como implorando piedad de quienes por sentimiento religioso se acercan hasta la “Cruz Mayor”. En ese sentido, los propios empleados del cementerio comentaron a este matutino que “acá casi todos los días llega gente trayendo esas imágenes rotas y las deposita alrededor de la Cruz”.

No hay identificación, ni registros. Todo parece ser natural y por obra y gracia de quienes afligidos de tener una imagen destruida deciden sin más trámite desprenderse de las mismas y llevarlas hasta el Cementerio donde las depositan en torno a la Cruz que como un imán atrae a todas y parece haberse transformado en un mini cementerio de imágenes “muertas”.

Qué destino tienen

El final u ocaso de muchas de esas imágenes que aún mantienen el espíritu sagrado, está ligado a la suerte que les deparará el destino. Lamentos y comentarios sobran pero son pocos los que se apiadan y deciden darle un mejor destino a esos trozos aún sagrados con los que se pueden interceder ante el Altísimo.

El paso del tiempo y otras causas hacen que en muchos hogares riojanos, en particular de católicos haya imágenes que se destruyan, más aún si el material es yeso, que cuando no es trabajado con materiales de refuerzo al menor golpe o descuido se destruyen y luego aparecen imágenes destrozadas formando parte del campo santo.

Pareciera que lo primero que surge en la mente humana es ir en forma directa a un cementerio y dejarlas abandonadas. También es oportuno desterrar la idea muy generalizada de que una imagen dañada es algo mágico, que tenerla en la casa puede traer mala suerte, aunque no es malo ni bueno.

En concreto según los testimonios brindado por quienes trabajan en el Cementerio, comentaron que “siempre vemos personas que suelen llevarse las imágenes destruidas posiblemente para ser restauradas o arreglarlas” y agregaron “cada tanto damos una vuelta por la Cruz y vemos que se han llevado varias, pero siguen apareciendo más”.

Apuntaron desconocer que haya algún restaurador que en forma exclusiva venga al Cementerio y retire esas imágenes dañadas para arreglarlas y confiaron que “así como las trajeron también las llevan sin que nadie les diga nada pues ya estamos acostumbrados a ver estas escenas”.

En cuanto a las imágenes totalmente destruidas sin posibilidad de arreglo confiaron que “las llevamos a un depósito pues siempre tenemos que mantener limpio el altar de la Cruz”.

Como buen consejo la propia Iglesia admitió que “si es yeso, se coloca en un tiesto hasta que se deshaga, y con cuidado se vierte en algún lugar del jardín de la casa donde no haya cultivos de hortalizas, árboles frutales ni de flores ornamentales. Con el paso del tiempo se mezcla sólo con la tierra. Tarda un poco el proceso”.

En este sentido también advirtió que nunca se debe actuar con miedo, nunca pensando o actuando como si fuera a pasar algo malo. Nada de eso. La imagen se destruyó, se rompió y nada va a pasar, fuera de la pena que a veces se siente por esa imagen que la tuvo muchos años.