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La primera colonización riojana

¿La primera colonia agrícola riojana? El periódico “La Agricultura” de Buenos Aires que aparecía quincenalmente con informaciones del mundo y de Argentina en su sección “De la provincias” daba a conocer en la edición número 115 del 14 de marzo de 1895, una noticia realmente importante, en la que se habla de la primera colonia agrícola de La Rioja..



La información la levanta el periódico porteño del riojano “La administración”.

“A través de la lucha diaria y del eterno choque de los intereses y de las pasiones políticas, que es un lote obligado de la vida democrática, allá por el sudeste, es un ángulo apartado de la provincia, en el lejano departamento de San Martín, se produce un hecho modesto en su apariencia, pero grande y fecundo por la iniciativa que encierra y por las proyecciones benéficas que está llamado a extender en todo el territorio de la Provincia.

Nos referimos a la primera colonia de familias alemanas que acaba de plantearse en los campos denominados “El Mosquito” de jurisdicción del ya expresado departamento.

Los señores Schmidt, compradores y dueños actualmente de los terrenos mencionados, son los iniciadores, y a la vez, los ejecutores de tan grande acontecimiento industrial, trayéndonos la más hermosa de las iniciativas, que no ha de tardar sin duda en tener sus imitadores, sobre todo, ahora que en la República se inicia el pensamiento de dar a estas ricas regiones, regando sus feraces terrenos por medio de grandes embalsaderos que –reconcentrando y conservando las aguas pluviales– sirven para regar considerables zonas de tierras, incorporando así nuestro suelo, hoy yermo y despoblado a la producción y riqueza nacional.

Saludemos, pues, a la primera colonia agrícola riojana como un punto luminoso que clarea en nuestros lejanos horizontes, no tanto por la importancia que en sí contiene, sino por su inmensa trascendencia, como ejemplo inicial y como primer ensayo de la colonización en esta provincia, tan injustamente condenada por la opinión de afuera como un pedazo inservible marido, estéril del territorio nacional, cuando por el contrario, ventajas incalculables ofrece su fértil suelo para el inmigrante europeo, que busca siempre la propiedad de la tierra a precio barato y de fácil cultivo, extremos en los que los hombres laboriosos y de capital encontrarán en nuestra provincia, hoy próxima ya a cambiar de condiciones económicas, con la líneas férreas que vienen a su vasto territorio.

Es por eso que damos la más alta trascendencia a la iniciativa de los señores Schmidt, colonizadores de los campos ya mencionados, donde la agricultura puede desenvolverse con facilidad incalculable, pues el agua brota a pequeña hondura del terreno, dando resultados esplendidos al cultivo de esas feraces tierras.

Ahora dos siglos (dice equivocadamente el articulo, pues es un siglo, solamente) siendo gobernador de Córdoba el marques de Sobremonte, con mando y jurisdicción hasta esta provincia en esa época, mandó colonizar el Valle Hermoso, en el departamento Vinchina, tierra hasta hoy, de propiedad enajenable del conocido Vinculado de Brizuela y Doria.

Numerosas familias fueron trasladadas a esas lejanas comarcas por aquel progresista mandatario, con el propósito de fundar colonias en el expresado Valle, donde se ubicaron por aquel tiempo, iniciando en vasta escala el cultivo de feraces terrenos, dotados de abundante agua de riego.

Esa noble iniciativa fracasó después, volviéndose todos los colonos a Córdoba.

¿Por qué? ¿Acaso por falta de alicientes y de recompensa de parte de la tierra que ellos codiciaban?

No seguramente.

Esos colonos abandonaron sus tierras por razones y causas de otro orden, según lo acreditan en documentos oficiales que hemos tenido a la vista.

La causa principal del lamentable fracaso de las colonias aquellas fue la condición jurídica de las tierras en que fueron ubicadas. El Valle Hermoso en Vinchina forma parte de la institución jurídica de un mayorazgo, siendo, por consiguiente por lo menos en aquella época, no enajenables las tierras esa; de manera que los colonos no podían adquirirlas en propiedad, estando condenadas a ser perpetuamente inquilinos de tal Vinculado, como sucede hasta hoy mismo con los pocos habitantes que tiene el pueblo de Guandacol, también patrimonio exclusivo de aquel Mayorazgo.

Esas fueron, según la historia, las verdaderas causas del fracaso de la colonización iniciada por el gobierno del marques de Sobremonte, dentro de esta provincia, pues sabido es que el colono no se radica sino donde adquiera el dominio de la tierra que riega con el sudor de su frente y cultiva con el poder de su brazo.

Ahora, bajo mejores auspicios, la idea y el propósito de la colonización reaparece entre los progresistas esfuerzos de dos extranjeros laboriosos, que se incorporan con fe profunda a nuestro apartado territorio, para cultivar sus tierras y enseñarnos la forma  de aprovechar su riqueza.

Bienvenida sea, pues, la colonia de los señores Schmidt; porque ella es la esperanza de mejores días para La Rioja, que renace a través de los siglos iluminando el oscuro campo de nuestros destinos económicos.

¡Adelante!

Tras de la colonia “El Mosquito” vendrán otras mas, porque es fecunda y rica nuestra tierra.

Un curioso caso de travestismo: de colonia agrícola a establecimiento minero

En el informe de la Comisión del Departamento Topográfico del año 86 se hablaba de la importancia que tendría para La Rioja la instalación de colonias agrícolas con extranjeros teniendo en cuenta la holgazanería de los nativos de la zona.

En 1895 la larga y pormenorizada noticia publicada en el periódico más importante sobre temas agricolo-ganaderos del país, anunciaba la instalación de una colonia agrícola en El Mosquito a escasos metros del lugar donde Francisco Luque encontrara una década antes el primer pozo artesiano de La Rioja y Argentina. Parecía que al fin se concretaría el ansiado desarrollo de los Llanos por esta vía.

Las cosas tomaron otro rumbo. Y no fue una colonia agrícola la que se instaló en ese lugar sino un establecimiento minero destinado a extraer oro.

En Catastro de La Rioja nos informamos (año 2004) que El Mosquito tiene como propietario a uno de los herederos de la sucesión de Atalivar Zalazar, el ingeniero Salvador Antonio Zalazar. El inmueble tiene una superficie aproximada de 1300 hectáreas, aunque en El Abra figura como propietaria la denominada “Compañía Minera”.

De acuerdo a la información oral suministrada al autor por Esther Zalazar “en 1925 el maestro chileciteño Justo Atalivar Zalazar, se instala en la Escuela del Abra (cuyos restos aun hoy existen) y ahí conoce a Ramona Paso Guardia, también maestra con la que casa en 1929. Justo Atalivar compró la mayor parte  de El Mosquito luego de instalado en El Abra.

Los hijos del matrimonio Zalazar fueron: Nicolasa (la mayor nacida en 1930), Salvador Antonio, el único varón y actual propietario por reparto de herencia de El Mosquito, Rosa Esther en La Rioja (informante), Julia Sofía en Villa Dolores y Zulema de Jesús.

Según Esther, su padre (fallecido en 1966) iba todos los días a trabajar a El Mosquito desde el Abra.

En El Abra había casas muy bien construidas en las que habitaron los alemanes”. Ella habla de alemanes. Piensa que en realidad no fue un asentamiento para hacer una colonia agrícola sino que l objetivo principal era la explotación del oro, pues existía un molino para tratarlo.

Supone que esos alemanes deben haber partido poco antes de la guerra del 14. en El Abra nació en 1910 el que de 1952 al 55 fue gobernador de La Rioja, el ingeniero hidráulico Juan Melis, hijo de un italiano que trabajaba en las minas y al que Perón nombró directamente para hacerse cargo de la gobernación riojana, siendo uno de los mejores y más progresistas gobernantes que tuvo la provincia. Melis siendo gobernador desmanteló las instalaciones y las llevó a San Juan. Los alemanes (según Esther) contaban con vías férreas y usaban trencitos para la explotación minera. Recuerda que unos señores Tello eran los encargados de cuidar las instalaciones y no dejaban sacar nada, esperando el regreso de sus primitivos propietarios, algo que nunca ocurrió.

 

 

Uno de los vecinos de El Abra, Críspulo Muñoz cuenta que su abuelo era hijo de alemán y murió a los 90 años.

Los rasgos físicos de Críspulo corroboran su origen: ojos azules, tez blanca, pelo rubio. Y como él varios de sus familiares. Por lo que si bien no encontramos pruebas o testimonios escritos o fotográficos de aquella lejana explotación minera, si encontramos testimonios genéticos.

Es bueno poner de relieve que exactamente en el mismo lugar donde hoy está en plena tarea la planta minera, se ubicaba hace casi 100 años la de los alemanes.

“En este lugar –nos dice un vecino de apellido Ochoa– había unas columnas de hierro de 40 metros que fueron cortadas al ras. Y estos bloques de cemento pertenecieron a ese establecimiento –mostrando unos enormes bloques de cemento que afloran en el lugar exacto donde hoy se trabaja el mineral.

 

 

Inferencias lógicas

Ninguno de los viejos pobladores del lugar habla que allí existiera alguna vez una colonia agrícola de alemanes. Todos en cambio recuerdan el establecimiento minero dedicado a la extracción de oro.

Y entonces se nos plantean algunos interrogantes: ¿La noticia aparecida en “La Agricultura” de marzo del 895 fue un bulo, una absoluta mentira? ¿No trataba de tapar esa información el verdadero sentido del que fue en definitiva un emprendimiento minero? ¿Fue una pantalla de humo?

Quizás las posibles respuestas confirmen estos interrogantes. Si el establecimiento minero de los alemanes (ingleses, según otros testigos) cerró definitivamente al comenzar la Guerra Mundial (1914-19), coincide con el tiempo con igual cierre de las minas del Famatina y La Mejicana, respectivamente.

Construir todo lo que se construyó  en El Abra (casas, establecimiento minero, ferrocarril, etc.) nos hace pensar que aprovechando el recientemente construido ferrocarril a San Juan y la cercanía de Desiderio Tello o Chepes, el establecimiento minero ya funcionaria a fines del siglo XIX y comienzos del XX. Que instalarse donde se instaló tenía en cuenta lejanos antecedentes precolombinos, pues en la Sierra de las Minas, los incas tenían sus explotaciones antes mismo de la llegada de los españoles.

Doña Dolores Fernández de Quiroga en una carta de mediados del siglo XIX, comunica el envío de 40 kilos de azogue  (mercurio) a su hermano Valentín en Malanzan.

Y decir que se iba a instalar una colonia agraria e instalar en cambio un establecimiento minero no hace más que confirmar la hipocresía de muchos de los que vinieron antes y después. Como engañaron los ingleses a los mineros del Famatina a los que defraudaron de manera total, concretando el más notorio robo de la historia riojana.

Anunciar con bombos y platillos por un periódico serio y prestigioso especialista en el tema agrario lo que se anunció y luego hacer exactamente lo contrario, era sin duda un hábito común por parte de empresarios ingleses, alemanes o de cualquier nacionalidad.

La Rioja mirando obsesivamente al Famatina; La Rioja carente de una política minera, sin sacar el más mínimo provecho de las duras lecciones de la historia…

Hoy (2004) un emprendimiento minero de características medianas permite esperanzarnos y pensar  que en un tiempo futuro no  muy lejano esos llanos riojanos tan devastados y casi detenidos en el tiempo podrán quizás lograr su desarrollo de la mano de la minería. La utopia siempre presente.

 

 

Bibliografía y fuentes

Informe del Departamento topográfico sobre la expedición a los Llanos por encargo del Exmo. Gobierno de la provincia. Administración del Exmo. Gobernador D. Vicente Fr. Bustos. Tipografía G. Kraft. Buenos Aires, 1886.    

La agricultura. Buenos Aires. 14/3/1895 N° 115. Sección: de la provincias. La Rioja. La primera colonización riojana.

Testimonios: Esther Zalazar, Críspulo Muñoz y vecinos de El Abra y El Mosquito. Septiembre 2004.

Aportes fotográficos y filiación: Profesor Adolfo Scaglione. Septiembre 2004.