Diario El Independiente || Edición Digital
Skip to main content

Elogio del escepticismo

Cuando Mirtha Legrand, en su programa dominguero de televisión dijo esa frase: “Daría mi vida para que no vuelva el kirchenrismo”, sabía la repercusión que podía tener. No era solo una frase desafortunada, ni algo inocente. Tampoco era para poder levantar su caído raiting de TV. Era su verdadero pensamiento que sirve de mascarón de proa en este año electoral..



Por Carlos Liendro

Por un lado, entonces: actores, periodistas en programas que pertenecen a los holdings concentrados, que tienen sus repetidoras en canales de cable, en internet, aplicaciones de celulares, serán quienes lleven adelante la campaña. Siempre hay que aclarar que no todos los actores, ni todos los periodistas (estos no tienen micrófono ni pantallas), ni los pocos medios que sobreviven tratando de informar, son partícipes con esta clase de ‘operaciones’. Ese domingo en la mesa estaba como invitado el candidato de la `tercera fuerza’ (quien desfila con Urtubey como modelo de pasarelas), el ex secretario de Anses, y hace poco recibido de abogado (en una Universidad privada). Legrand le espetó con su clásica impunidad,  primero que no lo iba a votar, y luego le mandó esa frase con ese tono heroico, como si fuera a ir a la guerra o donara dinero para que otros fueran. La frase podría caer ya en el anecdotario ‘gorilista’ (como se utiliza desde el 55) que ella nos tiene acostumbrados, en la manera de imponer sus ideas. Cualquiera puede observar cómo están ubicados los invitados y quienes van. A veces son cinco contra uno, y luego en los programas que repiten aparece alguno que no le acepta los improperios de dama culta que busca impresionar.

Un país como el nuestro, con uno de los índices más altos de uso de internet, con 5 Premios Nóbel (3 en Ciencia y 2 de la Paz), aún debe soportar este nivel de avasallamiento, que mucha gente del mundo del espectáculo festeja. Porque hay que sincerase: los artistas se mueren por ir al programa de la diva nonagenaria, para promocionar sus espectáculos de verano. Los políticos han entrado también en esa variante. Utilizando la fórmula: “si no estás en tele no existís”. Ese fenómeno en los medios solo pasó con Bernardo Neustad que por suerte las nuevas generaciones no lo conocen.

Hace poco retomando teorías de la comunicación, no solo era una explicación del emisor- receptor y el mensaje, sino ya de algo que podemos llamar ‘metamensaje’. ¿Qué se quiere significar más allá de lo que vemos? Estos estudios de los medios y de cómo influir en las poblaciones, es algo que desde la postguerra, se profundiza. Por eso se había crea el departamento de control, algo que muchos académicos en EEUU, trabajaban indirectamente para la fuerza aérea y el ejército. Internet nació de los primeros niveles de comunicación que experimentó la fuerza aérea en California, entre sus bases a fines de los 60. Luego pasó al uso masivo cuando apareció Sillicon Valley. La tecnología ya no podía quedar en pocas manos. Pero volviendo a la posguerra, toda teoría psicológica de condicionamiento (conductismo, skinerismo) era la  forma aplicable en los ‘departamentos de control’. En el apogeo de las sociedades estables de las décadas del 50 y 60 (entiéndase como sociedades de consumo), todo ese nivel de control pasaba a los medios de propaganda con el auge de la televisión. Era la propaganda de mercado. Con las crisis económicas de los 70 y 80 el panorama viró en medio de las perturbaciones del tercer mundo. De ahí la importancia de poder tener bajo satélites todo lo que sea movimientos. Las guerras ‘preventivas’ y de ocupación por el petróleo hicieron el resto. La gente debe estar entretenida. Debe saberse qué tipo de respuestas deben dar las poblaciones ante regiones donde hay que seguir manteniendo el status quo. Latinoamérica no escapa a esto. De allí la concentración de medios en pocas manos, de las próximas compras que puedan realizar holdings internacionales como hicieron en Inglaterra.

‘Elogio de la locura’ fue un texto escrito por Erasmo de Rotterdam por el siglo XVI, algunos dicen cuando visitó a Tomas Moro. Era por un lado una inmensa descripción de los habitantes de Europa de esos tiempos, de los leguleyos, los médicos, los Papas, las mujeres, ‘el poder’ en un tono satírico, pero luego contrastando con todas las vanidades, ambiciones y codicias humanas. Este simple artículo que parafrasea el título solo quiere dejar dos puntos claros: 1) que este tipo de frases- como la de la diva de Santa Fe- solo sirve para agregar más a la gente que quiere escuchar este tipo de cosas. Es una especie de necesidad de reafirmar lo que ya tiene adentro como ideología (a veces de odio, revancha o desprecio) 2) Lo que uno va escuchando en las mesas, de familia, de amigos. Como no están con ninguno (ni con Macri- porque los decepcionó- ni con los kircheneristas) se unen al coro de los escépticos. Esa es la última finalidad de la propaganda de control en los medios. Dicen: ni con este ni con aquella  y los otros son más de lo mismo. Eso es lo peligroso, empiezan a no creer en la democracia. Piensan que solo la deben hacer los poderosos, porque creen que lo de ellos no vale, eso elogian. El escepticismo les sirve para delegar aunque venga lo peor.