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Esclavos de la libertad

Armar el ejército de Los Andes y el número de miembros que estimaba San Martín de masomenos cuatro mil hombres no fue tarea fácil, al contrario estuvo ese objetivo lleno de dificultades y retrocesos..



Más de dos años y medio pasó San Martín tratando de alcanzar eso que él estimaba el número necesario para su expedición a Chile y ya avanzado el tiempo y no encontrando una clara solución al problema pidió a los vecinos de Mendoza, que cosa curiosa, habían tomado como propia esa tarea que vieran la posibilidad de permitir que parte de sus esclavos integraran el ejército en formación.

Y así fue los mendocinos que estaban jugados totalmente por las banderas que levantaba San Martín de redención  definitiva de América, decidieron por intermedio de su Cabildo, que cada propietario de esclavos daría al ejército las dos terceras partes de los mismos. Eso mereció el reconocimiento de las autoridades nacionales que agradecieron el reconocimiento a todos los que contribuyeron a esa tarea.

San Martín escribiría a los pocos días, en Octubre del 16 una carta al Director Supremo Pueyrredón dando cuenta del sacrificio de todo el pueblo mendocino y hacía notar que no era solamente en esa cuestión de los esclavos porque el contexto era mucho más integrador y general. Y le decía a su superior que hacía más de dos años el comercio estaba paralizado y la industria y afirmaba: “Pero como si la falta de recursos le diera mas valentía y firmeza en apurarlos, ninguno ha omitido saliendo a cada paso de la común esfera”. Y le explicaba a Pueyrredón el reconocimiento personal de él a tanto esfuerzo y entrega y hacía un análisis de lo que era Mendoza y de lo que significaba para su economía desprenderse de la mayor parte de los brazos que necesitaba su agricultura.

Es decir, los mendocinos se ajustaban el cinturón y sabían y les constaba que tal actitud significaría más necesidades, más carencias a todo el pueblo. Y decía San Martín: “Admira en efecto que un país de mediana población, sin erario publico, sin comercio ni grandes capitalistas, falto de maderas, pieles, lanas, ganados y mucha parte y de otra infinitas primeras materias y artículos bien importantes, haya podido llevar de su mismo seno un ejército de tres mil hombres despojándose de sus esclavos, únicos brazos para su agricultura, ocurrir a sus pagas y subsistencia y a la de más de mil emigrados: fomentar los establecimientos de maestranza, laboratorios de salitre y pólvora, armerías, parque, sala de armas, erogar mas de tres mil caballos, siete mil mulas”, y seguía y seguía la larga enumeración de todo lo que habían hecho hasta entonces y que harían los mendocinos.

Todos entusiasmados y fanáticos de la causa de la independencia de América y de todo eso y tan convencido estaba de que la cosa iba  a salir bien que ponía como punto final de su análisis su visión optimista de los resultados: “La América es libre, su feroces rivales temblarán deslumbrados al destello de virtudes tan sólidas”.

Y los esclavos al integrarse al ejército de los Andes cumplirían rigurosamente los reglamentos y aprendizaje que había fijado el jefe e integraron en su gran mayoría un regimiento propio de negros. Iban  a formar la gran masa de la infantería porque San Martín no los creía en condiciones de formar parte de su caballería, pero la infantería era y seguiría siendo casi la parte del ejército más importante y necesaria. Y marcharon a los pocos meses en esa gigantesca operación y a cruzar una de las montañas más altas del mundo y muchos murieron en esa etapa como serían muchos por no decir casi todos los que luego de las batallas libradas en Chile y las posteriores en Perú dejarían sus vidas bien lejos de donde salieron. Pocos, muy pocos regresaron y aquella parte del “contrato” en el que se establecía que su participación en el ejército de los Andes los convertiría en hombres libres, en realidad nunca se cumplió porque faltó lo más esencial de todo: la vida que perdieron cumpliendo escrupulosamente lo que querían de ellos: Es notable una mención muy posterior que hará San Martín referida a que el negro como soldado no desertaba algo que sí ocurría con los otros. Y es sabido que la deserción significaba de ser aprehendidos el fusilamiento o penas realmente crueles.

En todas las columnas que marcharon hacia Chile los negros tuvieron especial presencia incluso en la que marchó a Copiapó desde La Rioja y es que la mayoría de sus integrantes eran de infantería y eran negros. El libro “La Rioja Negra” de Víctor Robledo habla de esta cuestión y da incluso sus nombres. Por eso, pensamos que es un cruel olvido que ni una humilde placa en el monumento a San Martín recoja a los nombres de estos esclavos que desde La rioja cumplieron a cabalidad la misión que se les encomendó. Olvido que debería tener un final mostrando que los negros y esclavos lucharon y murieron en las guerras de la independencia. Bien se dijo con cruel certeza, que los negros en Argentina desaparecieron en gran parte en aquellas epopeyas.