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Crímenes y castigos en tiempos de Mayo

A poco de iniciar la Junta de Mayo sus actividades revolucionarias el 4 de octubre de 1811 emitió la siguiente disposición:.



“De resultas de los muchos ladrones y robos que se están experimentando en esta ciudad, con tanto escándalo, que no está seguro ningún vecino en su casa, pues en partidas de 20 o mas hombres armados de armas de fuego se entran en las casa valiéndose del nombre de la justicia atropellan a sus dueños y los roban; ha acordado el gobierno ejecutivo con la Real Audiencia poner remedio a estos males y sofrenar a semejantes hombres malvados, con nuevas penas, que las que impone la ley de Indias sobre estos delitos, que era el de 200 azotes por las calles públicas, y 10 años de presidio; cuya ley se ha derogado por convenir así al bien publico, y subrogar otras que son las siguientes.

Que todo individuo que se encuentre con ganzúas, llaves maestras u otros instrumentos de igual clase inmediatamente será castigado con la pena capital de horca.

Que a todo ladrón que se aprenda, y el robo pase de 100 pesos será ahorcado.

Que el ladrón que se pesque haber robado de 100 pesos para abajo, será castigado con la pena de 10 años de presidio.

La cual determinación superior se ha hecho saber por bando público para inteligencia de todos”.

Es decir que Buenos Aires se había convertido en victima propiciatoria de toda suerte de robos y depredaciones que recibieron como respuesta la amenaza de castigar severamente a las mismas con la muerte, con fuertes multa o castigos corporales. Una década después la situación no había, estimamos, cambiado mucho tal como se manifiesta en una serie de estadísticas del delito aparecidas en el periódico El Centinela quizás el mejor de la época que desde el mes de enero de 1823 durante tres meses publicó notas semanales de los más notorios delitos cometidos en la ciudad y campaña de Buenos Aires que demuestran que esa aparentemente tranquila y segura sociedad era en realidad tan peligrosa o más de la que habría en tiempos futuro.

Recordemos que la ciudad porteña tenia unos 30.000 habitantes siendo la campaña bastante despoblada con la existencia de pequeños pueblos. Pero veamos de qué se trataba: el principal delito que se cometía, reiterado en todos los informes era la de heridos con palos, cuchillos, golpes, piedras, a tiros, y muchos muertos siendo un total de 130 en menos de tres meses. Se utilizaban cortaplumas, hachas, y muchas eran las mujeres estropeadas a golpes con sables, varas de hierro y talerazos y hasta hubo un caso que el marido le propinó severas heridas con un jarro.

Los robos de todo tipo era el segundo de los delitos cometidos de menor importancia o más graves apareciendo con un número significativo de robos el de menores y esclavos. Se anotan la comisión de varios suicidios y un delito de menor importancia de los anteriores pero muy significativo en número y delito al fin es que en todos los resúmenes semanales aparece el de “insultos públicos” por lo que podemos sospechar con toda seguridad que esto de insultarse públicamente era práctica y costumbre común y corriente. Qué palabrotas se endilgaban mutuamente nuestros antepasados lo desconocemos pero es seguro que muchas de las mismas están emparentadas con las que actualmente suelen utilizarse en este tipo de entreveros verbales.

Otro ítem que aparece frecuentemente es el robo de ganado, algo generalizado en aquellos tiempos hasta la actualidad.

En varios de estos resúmenes se mencionan la existencia de dementes pero no se dice que delito o falta cometieron pero por su número podemos suponer que ser loco era algo bastante común. De 1825 es una noticia aparecida el 25 de febrero de ese año que decía: “Se ahorcó una negra como de edad de 22 años que asesinó a su ama estando durmiendo, con unas tijeras que aunque no murió en el concepto de la negra la mató: fue fusilada, y después colgada. Única mujer, y primera que la excelentísima cámara de justicia después de la libertad de la patria ha quitado la vida; pues desde la fundación de la Real Audiencia que fue el año de 1785 en que ésta se estrenó, y la primera que ahorcó fue una india, hasta este día no ha sido ajusticiada otra sino ésta, en que han transcurrido sobre 40 años; la negra se llamaba Ignacia Rocha”.

 

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“De resultas de los muchos ladrones y robos que se están experimentando en esta ciudad, con tanto escándalo, que no está seguro ningún vecino en su casa, pues en partidas de 20 o mas hombres armados de armas de fuego se entran en las casa valiéndose del nombre de la justicia atropellan a sus dueños y los roban; ha acordado el gobierno ejecutivo con la Real Audiencia poner remedio a estos males y sofrenar a semejantes hombres malvados, con nuevas penas, que las que impone la ley de Indias sobre estos delitos, que era el de 200 azotes por las calles públicas, y 10 años de presidio; cuya ley se ha derogado por convenir así al bien publico, y subrogar otras que son las siguientes.

Que todo individuo que se encuentre con ganzúas, llaves maestras u otros instrumentos de igual clase inmediatamente será castigado con la pena capital de horca.

Que a todo ladrón que se aprenda, y el robo pase de 100 pesos será ahorcado.

Que el ladrón que se pesque haber robado de 100 pesos para abajo, será castigado con la pena de 10 años de presidio.

La cual determinación superior se ha hecho saber por bando público para inteligencia de todos”.

Es decir que Buenos Aires se había convertido en victima propiciatoria de toda suerte de robos y depredaciones que recibieron como respuesta la amenaza de castigar severamente a las mismas con la muerte, con fuertes multa o castigos corporales. Una década después la situación no había, estimamos, cambiado mucho tal como se manifiesta en una serie de estadísticas del delito aparecidas en el periódico El Centinela quizás el mejor de la época que desde el mes de enero de 1823 durante tres meses publicó notas semanales de los más notorios delitos cometidos en la ciudad y campaña de Buenos Aires que demuestran que esa aparentemente tranquila y segura sociedad era en realidad tan peligrosa o más de la que habría en tiempos futuro.

Recordemos que la ciudad porteña tenia unos 30.000 habitantes siendo la campaña bastante despoblada con la existencia de pequeños pueblos. Pero veamos de qué se trataba: el principal delito que se cometía, reiterado en todos los informes era la de heridos con palos, cuchillos, golpes, piedras, a tiros, y muchos muertos siendo un total de 130 en menos de tres meses. Se utilizaban cortaplumas, hachas, y muchas eran las mujeres estropeadas a golpes con sables, varas de hierro y talerazos y hasta hubo un caso que el marido le propinó severas heridas con un jarro.

Los robos de todo tipo era el segundo de los delitos cometidos de menor importancia o más graves apareciendo con un número significativo de robos el de menores y esclavos. Se anotan la comisión de varios suicidios y un delito de menor importancia de los anteriores pero muy significativo en número y delito al fin es que en todos los resúmenes semanales aparece el de “insultos públicos” por lo que podemos sospechar con toda seguridad que esto de insultarse públicamente era práctica y costumbre común y corriente. Qué palabrotas se endilgaban mutuamente nuestros antepasados lo desconocemos pero es seguro que muchas de las mismas están emparentadas con las que actualmente suelen utilizarse en este tipo de entreveros verbales.

Otro ítem que aparece frecuentemente es el robo de ganado, algo generalizado en aquellos tiempos hasta la actualidad.

En varios de estos resúmenes se mencionan la existencia de dementes pero no se dice que delito o falta cometieron pero por su número podemos suponer que ser loco era algo bastante común. De 1825 es una noticia aparecida el 25 de febrero de ese año que decía: “Se ahorcó una negra como de edad de 22 años que asesinó a su ama estando durmiendo, con unas tijeras que aunque no murió en el concepto de la negra la mató: fue fusilada, y después colgada. Única mujer, y primera que la excelentísima cámara de justicia después de la libertad de la patria ha quitado la vida; pues desde la fundación de la Real Audiencia que fue el año de 1785 en que ésta se estrenó, y la primera que ahorcó fue una india, hasta este día no ha sido ajusticiada otra sino ésta, en que han transcurrido sobre 40 años; la negra se llamaba Ignacia Rocha”.