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Joaquín V. González, Nagib Baaclini y Juan Domingo Perón

Nagib Baaclini -1882-1963-, inmigrante libanés, conoció y trató a Joaquín V. González y a Juan Domingo Perón. Baaclini llegó al país en 1899, con diecisiete años de edad, se radicó en Catamarca y se vinculó a los escritores de esa provincia, particularmente a Adán Quiroga, quien lo presentó a Joaquín V. González..



Por Roberto Rojo

Luego se asentó en Tucumán, donde publicó en 1917 el primer periódico bilingüe de América Latina, “El Eco de Oriente”, que editó durante más de cuatro décadas. En los años cuarenta se sumó al gobierno Justicialista en el área de prensa; en los años cincuenta el presidente Perón lo designó agregado cultural en los países de lengua árabe. La familia de Baaclini, después de su muerte, donó la colección de su periódico a la biblioteca de la Universidad Jesuita de Beirut, por pedido de su rectorado.

El universo gonzaleano

El joven Baaclini llegó a Catamarca en 1889 y de algún modo “aterrizó” en una extensión del “universo gonzaleano” porque conoció y se hizo amigo de Adán Quiroga, a la vez amigo entrañable de Joaquín V. González. La amistad de Quiroga y González se forjó en la Universidad de Córdoba, cuando coincidieron en la carrera de Derecho. Juntos hicieron sus primeras armas en el periodismo dirigiendo dos publicaciones: "La Propaganda" y "El Interior", donde incluían publicidad política y cultural y difundían noticias que interesaban a los estudiantes de otras provincias.

Joaquín y Adán tenían “afinidades electivas”, además del periodismo, la poesía, el Derecho, la historia, la arqueología… En realidad eran espíritus afines, “todo” les interesaba, lo terrenal y lo celestial, y los divertía una casualidad o causalidad: ambos nacieron el mismo día y año, 6 de marzo de 1863. Adán nació en San Juan, hijo de Joaquín Quiroga y Josefa Ovejero. Tres años después el presidente Bartolomé Mitre designa a Joaquín Quiroga juez federal en Catamarca.

Desde luego que Adán Quiroga, a pesar de su nacimiento en San Juan, fue, es y será un escritor catamarqueño. O mejor, escritor, político, jurista, poeta, arqueólogo, historiador, periodista y folclorólogo.

Adán solía visitar a Joaquín en su residencia de Samay Huasi, que significa en quechua Casa de Descanso. Ahí hablaban de todo, entre otras cosas del quechua, el latín, el inglés… Y desde luego de los antepasados de Adán Quiroga, seguramente vinculado con el Tigre de los Llanos, Juan Facundo Quiroga, cuyo padre Prudencio era también de San Juan. “Adán Quiroga estaba emparentado con el general Juan Facundo Quiroga”, confirma el genealogista catamarqueño Marcelo Gershani Oviedo en su excelente trabajo “Aportes para un estudio del entorno familiar de Adán Quiroga en Catamarca”. Recordemos que hacia el final de su vida González había reunido mucho material sobre la vida de Facundo Quiroga y soñaba con escribir un gran libro sobre el caudillo riojano.

Adán Quiroga murió joven, a los cuarenta y un años de edad. Dejó una gran obra donde sobresalen “Calchaquí”, “La cruz en América”, “Flores del Aire” y “Folclore Calchaquí”. Este último trabajo publicado post mortem luego de novelesca peripecia del manuscrito. Y tuvo que ver también con el “universo gonzaleano” porque el prólogo lo escribió Leopoldo Lugones, protegido y amigo de Joaquín V. González. Lugones cuenta que conoció a Quiroga en Catamarca, a donde había llegado para una inspección postal (González lo había designado a Lugones en el Correo). Quiroga se presentó en el hotel y lo invitó a su casa, donde charlaron hasta las tres de la mañana. Entre otras cosas, Lugones recuerda que le dijo: “Yo nací poeta, mis "Flores del Aire” me serán siempre más queridas que todo”.

Gonzaleano y peronista

Naguib Baaclini se hizo devoto de Joaquín V. González, como solía ocurrirle a casi todos los que lo conocían. Adán Quiroga llevó al joven Baaclini a Samay Huasi, porque estaba seguro de que el joven libanés le resultaría simpático a Joaquín V. González y de paso éste aprovecharía para aprender el árabe. Adán Quiroga, por supuesto,  no se equivocó.

Las visitas de Baaclini a Samay Huasi fueron las suficientes para forjarse una especie de “religión gonzaleana” que incluyó, a partir de los años treinta una caravana –“procesión”- a Samay Huasi cada aniversario del natalicio de González, el 6 de marzo. Desde Tucumán organizaba peregrinaciones anuales para mantener viva la memoria de ese riojano fuera de lo común. Para entonces González ya estaba consagradísimo como “héroe de la inmigración árabe” porque en un debate parlamentario la había defendido de los embates de algunos sectores reaccionarios y xenófobos representados por el senador Norberto Láinez.

La Sociedad Unión Sirio Libanesa de La Rioja fue una de las primeras que se creó en el país, y González fue nombrado presidente honorario; era informado de todo lo que se hacía y se dejaba de hacer. Fue amigo de Pedro Alem, el primer presidente de la Sociedad Sirio Libanesa de La Rioja y de otros inmigrantes árabes riojanos.     

Baaclini, por su parte, siguió con su tarea cultural y periodística en Tucumán. Desde luego no era un francotirador, sino que su periódico “El Eco de Oriente” aglutinaba importantes poetas e intelectuales como Jorge Sawaya, médico egresado en la Universidad de San José de Beirut y radicado en Tucumán en 1936, y Pedro Nacif Estofan, nacido en Tucumán y educado en Beirut, regresó y trabajó como traductor oficial del árabe en la Suprema Corte de Justicia de la provincia. El centro cultural tucumano “Khalil Gibrán” nace de la tarea cultural del periódico de Baaclini…

Como se sabe, gran parte de la inmigración árabe incursionó en la actividad política de manera temprana. Muchos ingresaron en el radicalismo y luego en el Justicialismo, que nace el 17 de octubre de 1945. Baaclini fue uno de los que adhirió a este nuevo movimiento político e ingresó a trabajar en la Secretaría de Prensa en Buenos Aires, en 1946. En las postrimerías de esta primera era Justicialista, el presidente Perón lo designó agregado cultural en los países de lengua árabe. Después del golpe militar que derrocó a Perón, 1955, Baaclini permaneció en el Líbano hasta 1959, año en que regresó al país. Falleció en Tucumán el 21 de enero de 1963, año del centenario del nacimiento de Joaquín V. González.