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Esther y Mara: madre e hija atravesaron por el cáncer de mama y salieron adelante

A pocas horas de pasado el Día Mundial de Lucha contra el Cáncer de Mama y en el Día de la Madre, presentamos la historia de vida de Esther (79) y Mara (56), que además de ser madre e hija, las dos se enfrentaron a este cáncer, uno de los más frecuentes en el país que cada año es diagnosticado en 19 mil argentinas. Madre e hija, también tienen en común la actitud y fortaleza que le pusieron para salir adelante..



Esther Saposnix de Mocayan, maestra jubilada y María “Mora” Mocayan son madre e hija; las dos fueron diagnosticadas con cáncer de mama con una diferencia de cinco años. En diálogo con EL INDEPENDIENTE, comentaron sus historias de vida, que las hicieron más fuentes y que hoy pueden compartirla para sensibilizar sobre esta enfermedad,  que detectada en estadios iniciales tiene un 90 por ciento de posibilidades de cura. Para ello, el compromiso de cada mujer para realizar los controles de rutina son fundamentales porque son irremplazables,  complementado con el autoexamen que cada mujer de realizarse para conocer su mamas.

Esther relató que primero fue su diagnostico. “En una circunstancia muy especial, en noviembre del 2005, me estaba vistiendo y me descubrí un bultito, que nada que ver en el lugar donde estuvo el tumor, el tumor estaba debajo del pezón y la pelotita que me dio la alarma estaba en medio de ambos pechos. Era justo el cumpleaños de mi nieta, fue más o menos el 10 de  noviembre, se fueron los invitados, pasó una semana y fui al doctor. Hizo todos los estudios, y el 20  de diciembre ya me estaban operando, en una respuesta rápida, que creo que esa es la actitud”, contó.

Esther recordó que cuando recibió el diagnóstico “lo acepté, todos los demás se emocionan, de conmocionan, pero no saben lo que uno siente,  todos se afligen. Entendí que hay que enfrentar al cáncer, hay que salir y hacer todo lo que dice el doctor. Tuve mucha confianza en el doctor, un hombre joven, inteligente, que me escuchaba en todo lo que sentía, el Dr. Elio Díaz Moreno”, contó emocionada.

“Se puede salir”

Sin embargo, añadió que lo más doloroso “fue cuando le diagnosticaron a mi hija, ese es un sufrimiento mucho más grande que el propio”, relato llorando Esther. Y remarcó: “Pero hay que hacerle frente, como hay que luchar en tantas oportunidades en la vida, no era la primera vez que Dios me mandaba una cosa delicada. A los 27 años tuve una cosa bastante delicada y sufrida, y pude salir.  Cuando a mi hija le diagnostican el cáncer, justo yo salía de una operación de arteria” y estaba transitando el quinto año de tratamiento de cáncer de mama.

Por su parte, Mara recibió su diagnosticó en el 2010, cinco años después que Esther. “Yo me enfermo de la vesícula, me operan, y en eso que yo estaba saliendo, mi mamá se va un control oncológico en Córdoba  y le descubren que tenía un problema de aneurisma de aorta abdominal, era un problema de tres años, no sabían cómo estaba en pie y no podía recibir ningún tipo de emociones”. Operan a Esther por este problema de salud, “pero recién supo de mi diagnóstico cuando le dieron el alta, porque no le podíamos decir”.

Mara relató que ella todos los años, en junio, se hacia los controles ginecológicos de rutina, y en el 2010, como fue operada de la vesícula, no se los había hecho. En octubre, entre las visitas al médico, se los hizo y le descubrieron el tumor. Ella no había tenido ninguna sospecha ni señal de alarma.

“Lo mío no era tan taxativo el diagnostico, se veía el tumor pero no se veía la forma, las imagines no demostraban seguridad, había que sacar y hacer biopsia. En el termino de 30 días me operaron la segunda vez, ya fue en el 2011, porque tuve que esperar a que le dieran el alta a mamá, me hicieron vaciamiento (de ganglios axilares) y me sacaron otro poco más de tejido porque estaban los bordes exteriores comprometidos”, describió.

A “Mara” también la operó Díaz Moreno. Y al igual que su madre, recorrió su mismo camino con el tratamiento oncológico en esta Capital y en Córdoba. “Ella hizo primero su tratamiento de quimioterapia, y yo al revés, hice primero mi tratamiento de radioterapia en Córdoba y después, quimio en La Rioja”, narró.  Esther acotó: “El último día que yo tomaba tamoxifeno (cumplido los 5 años de tratamiento), ella empezaba la quimio”.

“Hago lo que quiero”

Esther y “Mara” también recordaron aquellos días como los de quimio, que ya les parecen tan lejanos, pero que fueron difíciles y que ambas pudieron sobrellevarlos. “Gracias a Dios nunca se nos bajaron las defensas  y eso es muy importante”, dijo Esther. Mara añadió: “A mi me ayudó muchísimo tejer a crochet”.

“La parte estética a nosotras no nos ha interesado: las marcas en el pecho y la falta de cabello”, expresó Esther. “Yo estuve mucho tiempo sin cabello, por dos ciclos de drogas que me hicieron. Incluso cuando tenía un tiempito de descanso, que recién estaba muy peladita, me fui de viaje y andaba con mi pañuelo, me pintaba mis cejas”, agregó Mara.

Para Mara, después de su experiencia con el cáncer, cambio su forma de ver la vida. “Uno la toma de otra forma, ahora cada vez que puedo viajo, que es lo que más me gusta, y la verdad que me siento mejor cuando estoy viajando. No me acuerdo de nada, viajo, subo cerros, hago lo que quiero”.

En el relató de ambas también están presentes los nombres de los médicos que fueron un pilar importante en el camino trascurrido: Díaz Moreno y los oncólogos Higinio Alvarez Abraldes, Daniel Molina, Aida Amelia Karam y Silvia Zunino de Córdoba. A la vez que destacaron el profesionalismo de los médicos riojanos, con quienes pasados los cinco años de tratamiento siguen con el control anual de deben realizar. 

“No abandonar las ganas de vivir”

En un mensaje a las mujeres riojanas, Esther  les pidió especialmente “leer sobre el tema, ya que nosotras las mujeres tenemos los órganos predispuestos o no para esta enfermedad y hay informarse, conversar con los propios médicos nunca nos van a aconsejar mal. Teniendo cultura una ya puede defender su  cuerpo y decidir, tomar decisiones y ser fuerte. Yo ahora largo las lagrimas con facilidad, pero antes no largaba nada.  Hay que ser fuertes, saber que hay una esperanza,  que hay un Dios”.