Diario El Independiente || Edición Digital
Skip to main content

Argentina elige

Llegó el domingo 13 y las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias –un sistema electoral instalado en 2011 en remplazo de las internas hacia adentro de cada partido–, servirá para nominar candidatos a cargos electivos que participarán de las elecciones generales de octubre próximo. Aunque hubo intentos del oficialismo por eliminarlas para evitar gastos y hastiar a la población con tantos procesos electorales, la modalidad se mantuvo y, hoy, poco más de 35 millones de ciudadanos y ciudadanos argentinos, entre ellos 304.456 riojanos, –0,86% del padrón electoral– concurrirán a las urnas.



Varias situaciones han marcado la campaña electoral que tuvo un final abrupto por hechos violentos ocurridos en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y en municipios del conurbano bonaerense, utilizados, según conveniencia, por las agrupaciones políticas para atraer al electorado. El primero, el asesinato de una niña de 11 años, en Lanús, para robarle su mochila, después la represión policial Metropolitana, en la plazoleta del Obelisco, a un grupo de manifestantes que derivó en la muerte de uno de ellos que está siendo investigada por la Justicia. Al día siguiente se conoció también el asesinato, en ocasión de robo, de un reconocido médico en Morón. Los hechos tuvieron tremenda repercusión en todo el país, a tal punto que los actos de cierres electorales de las fórmulas presidenciables de la mayoría de las agrupaciones políticas fueron suspendidos.

Otras situaciones han marcado tanto este proceso electoral que lo convierten casi en atípico. Es cierto que, históricamente, la ciudadanía argentina tuvo y tiene una activa participación política y si bien la lucha entre unitarios y federales o la lucha de las organizaciones revolucionarias de los 70 fueron armadas, esta última culminó en la trágica dictadura cívico-militar hasta que en 1983 se recuperó la democracia.

Desde entonces, los procesos electorales tampoco fueron expresión de concordia, pues la militancia en el afán de mostrar a sus candidatos usó la agresión o la violencia con la quema de locales partidarios, banderas, destrucción de afiches, enfrentamientos entre “pegatineros”, amenazas y hasta volantes difamatorios, entre otros.

Sin embargo, líderes y dirigentes se mantuvieron en el marco de un “pacto democrático” no escrito y no se subieron al discurso violento que rechazaban enfáticamente.  Ocurrió, al menos cuando se enfrentaban radicales y peronistas que, aún con diferencias mantenían políticas comunes como la soberanía nacional y la independencia económica contrarrestando al liberalismo del mercado, apertura de importaciones, retraso industrial y especulación financiera impuesta por las dictaduras.

Elementos disruptivos

En esta campaña electoral se distinguen tres elementos disruptivos que marcan la diferencia con las anteriores. Una primera diferencia fue la irrupción de la derecha conservadora, liberal, reconvertida en neoliberal. En 2015 se camufló en el discurso democrático tradicional; ahora marcó un mensaje muy fuerte contra el que piensa diferente, con el propósito de eliminarlo o hacerlo “desaparecer” ya lo dicen en forma directa, no ocultan el rechazo explícito a los líderes o gobiernos populares. Estas ideas han desatado enfrentamientos verbales muy fuertes entre militantes y han puesto sobre la picota las políticas públicas que intentan distribuir mejor la riqueza, sostener a los sectores más vulnerables y visibilizar a las minorías.

De esta actitud deriva una segunda gran diferencia: el rol de las redes sociales a través de Internet. Estas redes han democratizado las campañas electorales permitiendo el juego político a que, un mayor número de candidatos tenga voz, obtengan recursos y apoyo político. Pero, también han alimentado el juego antidemocrático porque si bien las grandes corporaciones dueñas de estas redes han prometido democratizar los mensajes, especialmente en épocas de campañas electorales, lo cierto es que han facilitado la difusión del odio, los prejuicios, el machismo, la discriminación, el racismo y la intolerancia contra el que piensa distinto.

Hay un tercer elemento disruptivo respecto a campañas electorales anteriores: el rol prevalente que han tomado los medios de comunicación, especialmente los hegemónicos, escritos, orales o virtuales, tomando partido abiertamente contra los gobiernos populares y contra ciertas ideologías y apoyan desembozadamente al neoliberalismo usando información falsa, lenguaje provocativo y conductas que, sin ser delitos, entorpecen la convivencia. Estas actitudes de los medios han contribuido a encarcelar o asesinar líderes políticos, perseguir dirigentes, abrir causas judiciales sin pruebas, estereotipar grupos sociales o desear la desaparición del otro.

Dos modelos en juego

En ese marco, en las PASO, no sólo los partidos/alianzas definirán candidatos para octubre, a cargos electivos nacionales en el caso de La Rioja, al menos en las dos principales fuerzas políticas. En el oficialismo con Unión por la Patria se perfila claramente como ganadora la fórmula de Sergio Massa y Agustín Rossi. Hay más incertidumbre dentro de la opositora Juntos por el Cambio donde Rodríguez Larreta–Morales contra Bullrich–Petri mantienen una reñida confrontación. En un expectante tercer lugar está La Libertad Avanza, con el precandidato Javier Milei que, al no tener otra lista que lo enfrente, tiene asegurado el pase a octubre. El resto de las 27 agrupaciones políticas inscriptas deberán esperar a obtener un mínimo de 1,5 por ciento de los sufragios para seguir participando.

Como no había ocurrido desde la recuperación de la democracia en 1983, se juegan ahora dos modelos políticos, económicos y culturales profundamente divididos. Uno incluyente, el oficialismo, con inversores que generen trabajo, clase media consolidada y apoyo a vulnerables, minorías y diversidades en medio de imposiciones inflacionarias del FMI para pagar la deuda, aceptando derechos laborales como el de huelga, la protesta social y el respeto al que piensa diferente. Se enfrenta a dos alianzas opositoras, casi extrema derecha, con un modelo ultraneoliberal de megadevaluación, ajuste social, desregulación laboral e impositiva y privatizaciones que se impondrían por la fuerza, con mano dura, represión, incluso cárcel “y balas” a los que protesten, se animó a decir un precandidato.

Un modelo que habla de recortar el gasto social que implica reducir jubilaciones, empleados estatales, obra pública, subsidios a sectores vulnerables y/o PyMEs contra otro modelo que no acepta la flexibilización laboral en favor de empresas que esperan el “efecto derrame” para distribuir ganancias, que acumulan riqueza, evaden y fugan divisas mientras mantienen trabajadores precarizados.

Dos modelos culturales diferentes, uno que atiende la diversidad cultural y a las minorías, que defiende políticas de genero para visibilizar la discriminación, la violencia y el odio contra el activismo feminista, la identidad de género y la orientación sexual. Este rechazo encuentra eco en otro modelo que anunció la eliminación del Ministerio de la Mujeres, Género y Diversidad, de los programas de asistencia según orientación sexual, hasta la derogación de la ley de interrupción voluntaria y legal del embarazo y la Educación Sexual Integral (ESI).

Reaseguro para Quintela

En la provincia, la elección de este domingo será clave para asegurar los recursos para el segundo mandato de Ricardo Quintela como gobernador. Por eso el mandatario riojano se puso al frente de la campaña electoral desde el mismo día que nominó a los candidatos para obtener los dos cargos de senadores nacionales que obtendrá quien gane y al menos dos cargos de diputados de los tres que están en juego. Esto última aparece como el desafío más complicado a la luz de un avance de Juntos por el Cambio y La Libertad Avanza que se podrían quedar con algunas de las tres diputaciones nacionales. Quintela le dio centralidad en la provincia y en el país a la lucha entre dos modelos y ha denunciado la concentración de la riqueza en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en detrimento del resto de la Argentina, especialmente las provincias del Norte.

Tensa espera

Hoy será un largo domingo con una tensa espera. Si todo sigue su curso normal, esta misma noche habrá una tendencia hacia el modelo de país que quieren los argentinos. Si la decisión queda pendiente para octubre, comenzará –mañana mismo– otra campaña para captar nuevos votantes entre los que no fueron, los que votaron en blanco o de las fuerzas afines que quedaron afuera.

Aquí cabe un análisis particular. El ausentismo a nivel país y en La Rioja es relativamente bajo: en promedio un 20/23%, salvo que se confirmen algunas tendencias de recientes elecciones provinciales que registraron una baja en la participación.

El voto en blanco es otro tema en disputa. En la última elección presidencial –2019– a nivel nacional alcanzó el 3,41% pero fue extremadamente alto en La Rioja. En esa elección para presidente/a y vice sumó el 22%. Pero, el “karma riojano” son las elecciones a diputado. Ese mismo año se eligieron diputados nacionales y el estamento cosechó la friolera de 41,11% blancos; nada más y nada menos que 96.189 sufragios, una tendencia que marca el historial provincial –no con ese récord–, pero con números significativos.

Si aún llamando a los que no fueron o a los que votan en blanco, o a los “amigos ideológicos” la contienda electoral no da un ganador, las dos fórmulas más votadas irán al ballotage del 19 de noviembre y será la definitiva.

En todas estas instancias estará en manos de cada ciudadano y ciudadana votar de la manera que crea o considere la mejor, para sí mismo, para la provincia y para el país, amparado en sus creencias, sus tradiciones, su sabiduría o por lo que le dicte su conciencia. Lo importante es que sea una decisión en libertad, sin presiones, sin odio y sin discriminación. Que cada uno y cada una ejerza su voluntad pensando en una sana convivencia democrática.