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Los carnavales de hace dos siglos

En tiempos críticos y convulsos de la Revolución de Mayo y décadas posteriores los criollos, españoles e ingleses y toda la parafernalia de representantes de lejanos y próximos países siguieron graciosamente practicando los juegos y diversiones que ya practicaban en tiempos coloniales.



Así el juego de cañas que era una especie de torneo medieval pero en vez de lanzas usando cañas, además de las cuadreras de tiempos inmemoriales, la taba y todos los juegos criollos, truco, etc. Siempre creí que el criollísimo juego de sapo era auténticamente nuestro pero recuerdo que a la entrada del Museo del Juguete en Paris me topé con una enorme litografía donde jugadores vestidos con las ropa de fines del siglo XVIII practicaban nuestro “criollo” entretenimiento. Pienso que algunos juegos como el Pato eran nuestros, aunque compruebo que en lejanos países como Afganistán o Mogolia en vez del Pato los participantes se disputan a caballo también ovejas u otros bichos de considerable peso. Lo que se vivió en las Provincias Unidas en aquellos tiempos de mayo y posteriores fue algo similar a lo que se vivía en plena época belicista de Napoleón o durante la primera o segunda guerra mundial es, a pesar de que el país estaba en guerra, que se produjeron batallas exitosas y otras numerosas derrotas, muchísima, muchísima gente seguía yo diría más que indiferente de lo que estaba ocurriendo en sus narices y seguía divirtiéndose practicando todos estos juegos y muchos otros que no hace al caso mencionar como si aquellas acciones de guerra que tanta muerte y sangre produjeron no les iba con ellos por más que y eso era un hábito más toda vez que se sabia de un éxito militar se echaban a vuelo las campabas, se hacían explotar miles de petardos y fuegos artificiales a lo que seguían numerosos bailes y demás. Y eso lo hacían desde los más encumbrados hasta los menos pudientes. En una palabra. Todos lo hacían.

Un curioso comentario de un periódico que tuvo larga vida “El Centinela” traía noticias cotidianas sobre estos hechos menores pero que señalaban esa costumbre universal de querer olvidar o ignorar las duras circunstancias en la que se vivían. Veamos:

“Pero ¿y las mugeres? ¡Las pobres mugeres que han hecho provisión de millares de cáscaras para los juegos! ¿nos harán alguna revolución porque se quita el carnaval por los herejes? –no: quebraran este año en su giro, y harán este nuevo sacrificio en obsequio decente y lucrativo. La cáscara del huevo molida y reducida a polvo minutisimo forma con el agua, o aceite aromático una masa compacta, que reducida a pequeñas barras sirve para purificar las manos como el más excelente javon, y en algunos países como la Habana y Cádiz, suele venderse hasta ocho pesos la libra”.

Y es que cada carnaval aún en tiempos de crisis y de guerra era meticulosamente organizado y si bien no existía y no existiría sino hasta mucho tiempo después los pomos, las espumas, las bombitas de agua, etc. las mujeres preparaban meticulosamente los huevos que a millares se arrojaban tanto hombres como mujeres en los siempre deseados y concurridos carnavales tanto en Buenos Aires como en el resto del país y aunque a veces se prohibieron los mismos en algunas épocas muy criticas la verdad que el carnaval se seguía celebrando con todas las de la ley.

Y de eso dan cuenta unos graciosos versos que no llevaba título pero que podemos ponérselo como graficando la cosa: “A los huevazos”

“Se rompe la tremenda catarata,

sube en tinajas todo el río al pueblo,

y, creciendo en la calle las mareas,

tal granizo de huevos se desata.

Que, cansado un mortal de andar a nado,

muere por fin ahogado, o ahuevado”.

Que mostraba que el humor por más que las caras largas era lo que se debía tener por más derrotas, y desastres de Huaqui y tantos otros no impedían para nada que la gente se riera y participaran en las necesarias distracciones de carnaval y de tantas otras festividades.