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No metamos a Joaquín Víctor González en la grieta

En la edición de este diario del día martes diez de setiembre leí el artículo bajo el lema “Tras los pasos de Joaquín”, la presentación y conferencia que en la Sociedad Sirio Libanesa hizo la Asociación Gonzaleana, con la idea de colocar a Joaquín Víctor González en su lugar de prócer que le corresponde. Loable iniciativa que compartimos. No así manifestaciones que se formularon..



El historiador Roberto Rojo, según transcribe el matutino, dijo, entre otras cosas: ”El radicalismo corrió a Joaquín y no le permitió tener el lugar que le corresponde en nuestro país. Además, recordemos que Joaquín fue masón lo cual también fue un problema para él en esa época”. También  destaca que González no solo fué político, historiador, educador, filósofo y jurista, sino también héroe de la inmigración árabe; “Recuerdo que Perón nombró embajador de los Países Arabes a Joaquín”, concluye Rojo.

                       Lejos de entrar en una polémica – y si así fuere, no la voy a eludir- quiero señalar lo erróneo de esa afirmación “el radicalismo corrió a Joaquín y no le permitió tener el lugar que le corresponde en nuestro país.” En el breve espacio con que cuento voy a demostrar  todo lo contrario. Ortega y Gasset decía que la “historia se propone averiguar cómo efectivamente han pasado las cosas” y su misión es hacernos verosímiles los hombres. Si con el verbo “corrió” quiere decir ”persiguió”, le digo desde mi partido que jamás el radicalismo persiguió a ningún ciudadano de la república en ninguna época; si “corrió” es para el historiador Rojo sinónimo de “escondió”, eso es imposible: Joaquín V. González es la cumbre del Famatina y ningún hombre o partido es capaz de tapar sus nieves eternas con una mano.

                       No siendo historiador, ni menos escritor, intentaré ubicar los hechos a que se refiere Rojo. Hace un poco más de un siglo en que la figura de González adquiere relieve como político.” Con éste propósito conviene recordar que González fue hombre de partido en épocas de duro combate;  “Concebía la política como una forma activa de la historia y como  un resorte democrático al servicio de la política”; pero refundía el hombre de estudio en el hombre de partido; era leal con sus amigos y tolerante con sus enemigos. Su bondad fué tanta, que a veces abusaban de ella adversarios y correligionarios. Esto lo dice nada más ni nada menos que el gran literato e historiador Ricardo Rojas, en un homenaje a Joaquín V. González. Ricardo Rojas fue afiliado radical y presidente de la Convención Nacional.

                       Como hombre de partido el Dr. González pertenecía al Partido Autonomista Nacional (PAN) y en ese carácter el presidente Julio A. Roca lo designa ministro del Interior en 1901 y en 1904 el presidente Manuel Quintana lo nombra ministro de Justicia. En tanto, en 1905 el Dr. Hipólito Yrigoyen hace la revolución radical. En 1914 González junto a Lisandro de la Torre fundan el Partido Demócrata Progresista y dos años más tarde, en 1916, Yrigoyen asume la presidencia de la Nación y durante su gobierno González fué senador nacional por nuestra provincia. Es lógico, entonces, que hubiera diferencias políticas entre aquellos grandes hombres.

                       De ahí a decir que “el radicalismo corrió a Joaquín y no le permitió tener el lugar que le corresponde en nuestro país”, hay una gran diferencia. Don Hipólito Yrigoyen era también masón: el 15 de diciembre de 1882 se incorporó a la “Logia docente de la ciudad de Buenos Aires”, y es sabido que entre los “hermanos masones” no hay odios ni persecuciones.

                       Ahora, el lector ha de permitirme una alusión personal, exenta de vanidad, para recordarle también al distinguido historiador Roberto Rojo algunas de las actitudes que tuvimos y tenemos los radicales  en homenaje al extraordinario comprovinciano . La antigua y querida radio LV 14 lleva el nombre de “Joaquín V. González” por ley de mi autoría cuando era diputado provincial en 1964; el  también querido Colegio Nacional “Joaquín V. González”, por cuyas aulas hice mi secundario, es Monumento  Histórico Nacional por Ley del Congreso siendo yo el autor cuando era diputado nacional en 1974; en el mismo año la Cámara de Diputados aprobó con media sanción un proyecto mío ordenando reeditar las obras de González, frustrado por el golpe de 1976.En 1993 por iniciativa del Centro de Residentes Riojanos en La Plata “con el auspicio de la Presidencia de la Universidad de La Plata” tuve el honor de dictar una conferencia como diputado nacional en homenaje a su fundador a “Cien años de Mis Montañas”. Cuando en 2014 la legislatura provincial, dominada por el justicialismo, por una ley abusiva expropió con fines inconfesables el solar de “Samay Huasi” fuimos los radicales los que nos opusimos al atropello. (El Independiente,14/10/2014).Y, finalmente, en diciembre de 1993, siendo presidente del bloque de diputados nacionales de la Unión Cívica Radical y en nombre de mi partido expuse los fundamentos para la reforma de la Constitución Nacional, la única fuente doctrinaria que invoqué fue la del jurisconsulto Joaquín V. González.

                       Lo que no recuerdo, como lo hace el historiador Rojo, es que Perón haya nombrado “post mortem”  al Dr. González “Embajador de los Países Arabes”. González muere el 21 de diciembre de 1923 y Perón asume la presidencia en 1946.Sí sé de la pasión que el gran riojano sentía por el poeta persa Omar Khayyam- y por el pueblo árabe- leer su “Rubaiyat”(Obras completas,t.XX,págs.360/465) es néctar para el alma.

                       Cuando se despide de la Universidad de La Plata, hechura de sus manos y de su genio, al dirigirse a la juventud, el 18 de setiembre de 1918, haciendo un balance de sus luchas, les dice:”En mi larga vida pública de soldado y conductor de partidos, de funcionario, gobernante y legislador he podido comprobar – decía con palabras que suenan al tiempo presente- que los partidos políticos y los hombres aisladamente, en sus luchas políticas, no combaten sólo por la salud de la patria, sino por el exterminio y aniquilamiento del adversario. Y dejaba una lección para los tiempos:”Tengan por seguro los jóvenes que me escuchan y los que me leyeran, que los  halagos de la política son tan vanos como la más fugitiva de las esencias que corren por los aires”.

                       Joaquín Víctor González pertenece a esa casta de hombres que por su genio, su luminosa “Lección de Optimismo” y su vida ejemplar está por encima de las pasiones y banderías de circunstancia. No lo metamos en la “grieta”.