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02/04/20

“En una guerra nadie tiene experiencia”

Así lo expresó Roberto Tanquia, veterano de guerra, en diálogo con Radio Independiente 99.|1, quien recordó a 38 años de la Guerra de Malvinas, los cruentos días en la isla, cuando apenas tenía 19 años.



En la actualidad, Roberto Tanquia tiene 57 años, vive en Buenos Aires, su familia se compone por  su esposa Marta Leal, y sus tres hijas Leticia, Estefanía y Gastón, oriundo de La Rioja, del populoso barrio 4 de Junio, recordó a los 632  caídos en Malvinas. “Nuestro homenaje es a los centinelas de la Patria a quienes protegen nuestra tierra austral”, expresó durante la entrevista.

Antes de ingresar al Ejército, a los 18 años, Roberto Limpiaba zapatos en la plaza 25 de Mayo, vendía lotería, diarios El Independiente y el Sol, “como son las cosas y hoy estoy hablando con El Independiente”, destacó,

Su testimonio de la vivencia desde el 2 de abril al 14 de junio de 1982, los días que se extendió la guerra, está plasmado en el libro “Dioses del trueno”, junto a casi 400 relatos, de oficiales y soldados, “cada cual cuenta su vivencia, habla del amor de camaradería”, señala.

Al recordar el último día en las Islas Malvinas, dijo que “el día 13 cuando replegamos me agarra un proyectil y como estaba oscuro no sabía lo que me había pasado”. Precisó que “esa posición en la que él estaba era muy importante porque los ingleses no podían avanzar, entonces nos batían toda la noche la zona, y una noche cayó un proyectil y las esquirlas prendieron fuego la pólvora y pensamos acá volamos”. Agregó que tomaron una decisión rápida y fue la de salir huyendo. “Se tuvo mucho miedo nos arrastramos y no nos dimos cuenta que llegamos a un campo minado fueron fracciones de segundo”.

“El final de este combate en ese lugar para nosotros fue el 13 de junio al mediodía porque todas las piezas nuestras estaban destruidas, si teníamos las gomeras tirábamos con eso, estábamos pasado de rosca no recuerdo cuando había sido la última vez que habíamos comido, era estar en medio de un chiquero, se armaba un barrial, a veces caímos de rodilla con el proyectil en la mano”, testimonió.

En la actualidad, Roberto Taquia tiene 57 años, vive en Buenos Aires, su familia se compone por  su esposa Marta Leal, y sus tres hijas Leticia, Estefanía y Gastón, oriundo de La Rioja, del populoso barrio 4 de Junio, recordó a los 632  caídos en Malvinas. “Nuestro homenaje es a los centinelas de la Patria a quienes protegen nuestra tierra austral”, expresó durante la entrevista.

Antes de ingresar al Ejército, a los 18 años, Roberto Limpiaba zapatos en la plaza 25 de Mayo, vendía lotería, diarios El Independiente y el Sol, “como son las cosas y hoy estoy hablando con El Independiente”, destacó,

Su testimonio de la vivencia desde el 2 de abril al 14 de junio de 1982, los días que se extendió la guerra, está plasmado en el libro “Dioses del trueno”, junto a casi 400 relatos, de oficiales y soldados, “cada cual cuenta su vivencia, habla del amor de camaradería”, señala.

Al recordar el último día en las Islas Malvinas, dijo que “el día 13 cuando replegamos me agarra un proyectil y como estaba oscuro no sabía lo que me había pasado”. Precisó que “esa posición en la que él estaba era muy importante porque los ingleses no podían avanzar, entonces nos batían toda la noche la zona, y una noche cayó un proyectil y las esquirlas prendieron fuego la pólvora y pensamos acá volamos”. Agregó que tomaron una decisión rápida y fue la de salir huyendo. “Se tuvo mucho miedo nos arrastramos y no nos dimos cuenta que llegamos a un campo minado fueron fracciones de segundo”.

“El final de este combate en ese lugar para nosotros fue el 13 de junio al mediodía porque todas las piezas nuestras estaban destruidas, si teníamos las gomeras tirábamos con eso, estábamos pasado de rosca no recuerdo cuando había sido la última vez que habíamos comido, era estar en medio de un chiquero, se armaba un barrial, a veces caímos de rodilla con el proyectil en la mano”, testimonió.

Guerra cruel y sangrienta

Tanquia recordó que fue convocado al ejército cuando tenía 18 años,  

Al momento de recordar aquellos días las palabras atraviesan las emociones: “fue una guerra cruel y sangrienta, dimos lo máximo y sin abastecimiento, los primeros días no llegaba la comida”. Precisó que “uno va a una guerra sin conocer las miserias con las que uno se va a encontrar”. Y agregó que “lo más duro es llegar allá y no tener la familia y no tener a quien decirle quiero tomar un mate y no hay nadie al lado”.

“Era una oscuridad espeluznante y solo era esperar a la noche las bombas, era un infierno”, ilustró y sostuvo que “nadie se prepara para una guerra, era a fuego lento, muchos morimos con la frente alta, porque cumplimos la misión encomendada, que era proteger a infantería”.

 

El 18 de marzo de 1982, a Roberto le daban una licencia hasta el 30 de marzo que tenía que volver a buscar el documento, pero 30 de marzo se arma una revuelta, no le dieron el documento, sino la ropa verde para patrullar la calle. “Eso pasó entre el 30 de marzo y el 1 de abril. El 1 de abril me dan licencia hasta el 12 del mismo. El primer de abril a la noche no pude abordar el tren porque nos estaban encuartelando a todos de vuelta”, recordó de aquel día de comienzo de la guerra hace 38 años.