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30/06/20

El nuevo evangelio tecnológico

La pandemia dejó al descubierto las diferencias entre argentinos de primera, de segunda y de tercera clase. No solo por lo que hace a su estructura social y económica, sino a lo que se conoce como lo cultural. Quienes tienen más acceso a información estarán prevenidos por lo que pueda venir, mientras las estructuras financieras y de la economía mundial sigan crujiendo.



 

Por Carlos Liendro

¿Qué va suceder luego de la pandemia?, eran las preguntas que se hacían algunos pensadores más divulgados de estos tiempos (Butler, Zizek, Chul Han), pero la pregunta no solo abarca generalidades, sino particularidades en el día a día y de cómo quedaran algunos sectores. Uno de los que más se siente es el de educación. El ministro de esa área, junto al de Desarrollo social y de Salud (a nivel Nación) son los que tuvieron que salir no solo a administrar recursos, políticas, sino re plantear estrategias nuevas, dentro de estructuras que están detenidas en el tiempo. El sistema de educación es uno de los ejemplos tan actuales. Se arrojó al mundo tecnológico a muchos docentes que no estaban preparados para ello. El modelo rutinario de enseñanza que viene consistiendo en: tare- resolución- evaluación, se vino abajo. Por un lado porque la cuarentena exigía clases por internet y por el otro nuevas adaptaciones (no solo curriculares).

Entre las cientos de anécdotas,  se podía diferenciar que en el vínculo (docente- estudiante) de las ‘interacciones virtuales’  aparecían: a) las del orden autoritario y de control (presentismo). b) las del orden comprensivo, y c) las de los que sabían el manejo de las tecnológicas aplicadas. En la primera era cómico por un momento, saber que había docentes que tomaban fotos (con el celular) de la pantalla de la computadora para saber los alumnos que estaban presentes. A su vez, con la velocidad de los adolescentes, estos dejaban una foto en la pantalla mientras hacían otra cosa, y el profesor seguía con su aburrida clase. Pero no todo debe depositarse en culpar al docente: otra responsabilidad la tiene la familia. Esto fue dejando claro la diferencia entre las escuelas públicas y las privadas. Las públicas desde hace años y con mucho esfuerzo (en la salud mental de los docentes) vienen sosteniendo los comedores y luchando contra esa violencia del hambre.

En el segundo punto muchos docentes pudieron comprender qué estaba sucediendo. Informarse que hay lugares en el país donde no hay internet (y los padres son en su mayoría analfabetos o semi- analfabetos), ó tener en cuenta que algunos jóvenes en terciarios o universidades, muchos se han quedado sin trabajo. Existe una nueva generación de estudiantes que ya no lee libros, sino tampoco compra apuntes. Todo lo reciben por archivos en su celular y de allí leen. Con respecto al tercer punto: hubo docentes que rápidamente diagnosticaron estos niveles de tecnología, es decir, quienes tienen acceso a esa información o distribución de conocimientos. A su vez desde las ‘academias’ se comenzaron a realizar reuniones por Zoom, Meet, Skype y se fueron también transformando en ese esquema educativo administrativo- burocrático (como dicen los estudiosos e investigadores de lo pedagógíco). En última instancia ya no es solo ver cómo queda el estudiantado argentino en este 2020, sino como están dispuestos los docentes para lo que viene.

En su ‘modelo civilizatorio’, la sociedad está basando su organización algorítmica como una nueva forma de prescindencia de nuestro poder de decisión. Así dice Eric Sadin- en su libro ‘La silicolonización del mundo. La irresistible expansión del liberalismo digital’. Es un texto que va describiendo por etapas los avances de la sociedad industrial, en lo que conocemos como ‘primer mundo’ y que se puede llamar período del ‘tecnoliberalismo’. Un libro bien documentado década por década, en cómo realizaron modelos de comunicación y control dentro de la órbita militar y económica (desde la década del 50 para los primeros y de los 90 en el liberalismo a ultranza); es importante desarrollar estas ideas para no caer en las ‘conspiroparanoias’. Solo se necesita pensar algo simple: la globalización del mundo luego de la caída del ‘Estado Benefactor’ (que estuvo desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, hasta la década del 80), trajo un modelo de expansión económica en nuevos mercados (sostenida con guerras ‘preventivas’ por el petróleo).

La educación como los sistemas de salud, fueron constituidos desde los Estados para las mayoría (el primer ejemplo del siglo XX, fue el keynesianismo aplicado en EEUU durante la gran depresión de la década del 30). Era evitar enfermedades de la pobreza y dar dignidad a través del trabajo y la cultura a las poblaciones. Las nuevas tecnologías no son neutrales; cuanto más se estudia de dónde surgieron, el capital invertido para seguir investigando y en qué países se sigue desarrollando, se puede seguir viendo cómo llegan a Latinoamérica, en manos de quienes están, y qué uso tendrá en momentos de crisis sobre la gente.