El comodoro Llerena y el cu-cu
17/03/17
Los militares no sólo eran autoritarios, sino soberbios. Y aparte, se creyeron dueños del mundo, de las personas. Se creían distintos. No se podía escuchar ni a Serrat. Estos juicios lapidarios provienen de alguien que sabía de qué hablaba: César Santos Gerardo del Corazón de Jesús Milani, y se lo dijo nada más y nada menos que a Hebe de Bonafini, en la inefable entrevista televisiva que le hizo la titular de Madres de Plaza de Mayo en diciembre de 2013.
Como ya se sabe, por miles de conductos, Milani tenía razón. Los viejos empleados de LV14 Radio Joaquín V. González, transformada en Radio Nacional durante el gobierno militar, recuerdan las espectaculares irrupciones del comodoro Llerena en la radio que funcionaba por la calle Mitre, actual San Nicolás de Bari. En una oportunidad, llegó de incógnito, hábito con el que le gustaba sorprender a los empleados. El empleado que lo recibió no se sorprendió porque no lo reconoció y le hizo la pregunta humillante: “¿Quién es usted?”, lo cual le provocó una indignación suprema. En castigo le ordenó al empleado que escriba una nota con la frase “Debo conocer al señor Gobernador” y que la lleve a su despacho el día siguiente. Así se hizo, con un detalle, la frase era casi ilegible, y dicen que Llerena dijo con una media sonrisa: “Bueno, vamos a suponer que acá dice: Debo conocer al señor Gobernador”.
La otra aparición espectacular de Llerena en LV14 estuvo desprovista de todo humor. Llegó y exigió a los gritos que le trajeran el disco “Haceme cu-cu, tango de Héctor Varela con música de Carlos Wais. Se lo trajeron de inmediato y el comodoro lo rompió en mil pedazos ante la estupefacción de los empleados que, por supuesto, ignoraban la razón de semejante encono.
La arbitrariedad y el capricho eran las reglas de quienes detentaban el poder, sin sujeción a ninguna norma. Otra de Llerena, esta vez con una empleada de Casa de Gobierno, turno tarde; la sorprendió tomando sol en julio, le preguntó por qué no hacía nada. “Tita”, así era el apodo de la empleada, le dijo que no le habían pasado nada del turno mañana. Llerena le preguntó si sabía tejer y “Tita” dijo que sí. Entonces le ordenó que tejiera saquitos para dar a los niños pobres. Al cabo de un mes, Llerena volvió por los saquitos, “Tita” no había tejido ni uno y quedó cesante.
Aunque no es el tema de esta nota, hay que decir que Llerena “fue el gran impulsor de la Ley 22.021 que cambió la historia de La Rioja. Según muchos testimonios, no era el militar típico, tenía una gran dosis de criterio político, aunque también una gran dosis de autoritarismo. No vivía la obsesión anticomunista común en muchos de sus colegas, era “eficientista” y estaba preocupado por el progreso de la Provincia, por eso se interesó en indagar el pasado, conversar con organizaciones empresarias y sociales, y convocar a los que sabían…”
Esta es parte de la letra del tango que enfurecía a Llerena, aunque no se sabe bien porqué:
Cuando salgo por las tardes,
con mi chica a caminar,
a la gente ni la miro,
no me importa nada más,
que abrazarme a su cintura,
y de todo conversar,
si vieran como se pone,
cuando le digo ¡cosita linda!,
moviendo la cabecita,
se va sonriendo y me hace cu-cu.
Cu-cu cu-cu, palpita mi corazón,
cu-cu cu-cu, latiendo como un reloj,
cu-cu cu-cu, haceme mi amor cu-cu,
pensá mi cosita linda,
que yo te quiero, que yo te adoro,
vivamos estos años locos,
son los más hermosos de la juventud.
Cuando vuelvo por las noches,
a mi casa a descansar,
conversando con la luna,
le confieso la verdad,
ella tiene sus caprichos,
pero yo la quiero igual,
si vieran como se pone,
cuando le digo ¡cosita linda!,
moviendo la cabecita,
se va sonriendo y me hace cu-cu.