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04/12/21

Celeste Díaz: “Todo sucede por algo”

“Aprendí que si la vida te quita algo, es porque va a recompensarte con algo mejor... No te enfoques en lo que perdiste, no te frustres, no culpes a la vida, valora lo que te queda (que seguramente es mucho) y agradece lo que llega cada día”. En palabras, Celeste puede expresar lo que hay en su interior. Aquello que la fortalece día a día.



Celeste Nahir Díaz, apodada por su familia como “Nayo”, nació el 29 de abril de 1993, el mismo día que su hermana mayor Noelia. Fanática de Boca Juniors. Profesora de Biología. Tiene una hija llamada Abigail y atleta de corazón.

Ella es una chica correcta, en postura y vocabulario, siempre elegante, con una sonrisa que se impone frente a todo.

Allá por el año 2000, la niña de siete años comienza a correr maratones junto a su padre quien la incursiona y entrena para este deporte.

A los 12 años participó de los Juegos Evita que se hicieron aquí en La Rioja y “salí campeona nacional, fue mi primer participación en pista en 200 metros y en cross country” enfatiza emocionada la atleta. También, fue a participar en los juegos trasandinos en Chile, “fui la atleta más chica de mi delegación”. 

“Después empecé a entrenar atletismo en pista, con el profe Jorge Marcos”, el entrenador más querido en el atletismo con un gran corazón y amor por lo que hace, coach de muchos atletas riojanos, quien manifiesta que Celeste “tiene una enorme motivación y pasión por lo que hace, a ella nada la detiene” recuerda emocionado el profe.

Como quinceañera no pensaba en el vestido de fiesta sino en la satisfacción que tenía por haber ingresado a la Selección Argentina de Atletismo en 400 metros. Sus competencias nacionales le otorgaron varias medallas de bronce, plata, trofeos que regaló por no tener lugar donde guardarlos. Celeste tiene la mejor marca de La Rioja en 400 metros.

Su entrenamiento era muy exigente, se preparaba seis horas diarias, cuando entró a primer año del polimodal, en la escuela doble turno, faltó a los talleres casi todo ese año, “le mentía a mi papa que me iba a la escuela y me iba a entrenar en el Centro 5”. Recuerda entre risas, mientras su padre la mira cómplice por justificar, de alguna manera, que hacía lo que a ambos les apasiona.

Ahí decidió cambiarse de escuela priorizando el atletismo y no tanto el estudio es que dedicar tiempo al atletismo era lo que más le importaba en ese momento.

“Siempre fui muy estudiosa, desde chica me gustaba hacer sola las tareas, soy muy independiente” pero al pertenecer a un seleccionado nacional le quitaba el tiempo  y las experiencias de cualquier adolescente, a tal punto que no tuvo viaje de egresados ni pudo recibir su diploma de graduación por estar participando de un grand prix en otra provincia.  

Era el pico de su carrera deportiva, estaba en su mejor momento pero antes de cumplir los 18 años se entera que estaba embarazada, año 2011.

Tenía miles de competencias. “Fue como un baldazo de agua fría para todos, para mí, para mi familia y entrenador”. Tuvo que comunicarse con la C.A.D.A (Confederación Argentina de Atletismo) para avisar que estaba embarazada y que iba a poder participar de las competencias programadas. “Me dijeron que tenga a mi hija y que vuelva a los entrenamientos” recuerda Cele, pero su vida daría un giro completo porque se alejó de las competencias nacionales, del seleccionado y se dedicó a su hija, a los estudios y a su pequeño hogar. Aunque seguía compitiendo en maratones que en ese tiempo se hacían por plata así que aprovechaba para participar a veces sin entrenar, pero lo mismo ganaba.

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Siempre quiso ser profesora. En el 2014 empezó a cursar el profesorado de Biología cuando se abrió la carrera aquí en la provincia y, como buena estudiante, se recibió exactamente antes de los cuatro años con un de los mejores promedios de su promoción. Por su excelente empeño comenzó a cumplir horas en algunas escuelas como alumna avanzada. Inmediatamente se inscribió al profesorado de química del cual le quedan pocas materias para recibirse. Comenzó a trabajar por la mañana y tuvo que abandonar definitivamente, sumado al siniestro vial que sufrió en octubre de 2018 donde una camioneta que cruzó en rojo impactó con su moto y le produjo heridas gravísimas lo que posteriormente le provocaron la amputación del pie derecho.

Estuve en todas las noticias, mi accidente afectó mucho a la sociedad porque me conocían como atleta, casi toda La Rioja sabe que perdí una pierna, todos querían saber (aunque no me lo decían) donde me habían amputado, cuánto de pierna me había quedado. Recibí tres operaciones, una aquí en La Rioja y dos en Córdoba.

En la última cirugía, entenebrecida por la incertidumbre de no saber donde iban a amputar por el avance de la infección, “lo único que le pedí a Dios es quiero volver a ver a mi hija, ya no me importa donde me iban a cortar la pierna”, afirma con su voz entre quebrada y sus ojos llenos de lágrimas.

Un suspiro sale de su pecho, traga, expira y agrega “mi mayor miedo hasta el día de hoy fue el haber muerto, no en el día del accidente sino en mi última cirugía donde tenía tanto miedo, me encomendé a Dios, nunca había pedido tanto como ese día y nunca había tenido tanto miedo de perder a mi familia y no volver a ver a mi hija. Temblaba y me dormía del miedo.

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Abigail, su hija de diez años es el motivo por el cual Celeste salió victoriosa de esta prueba. “Por algo pasan las cosas, por algo llegó mi hija a mi vida en ese momento”, con 18 años y miles de ofertas de proyectos deportivos, decidió renunciar a su pasión por un gran amor, “y cuando tuve el accidente le dije a mi mama que eso era el porqué.  Mi hija era lo único que me impulsaba a seguir adelante, a recuperarme rápido para volver a verla cuando estaba en Córdoba”.

Celeste está en pareja hace más de un año, embarazada, cursando el tercer mes de gestación. La vida volvió a ponerla en jaque, y aquí va ella a hacerle frente a todo, incluso este nuevo desafío.

“Cuando me entere que estaba embarazada fue terrible, no el hecho de estar embarazada, sino en cómo iba a hacer, cuando suba de peso, con la prótesis, tengo problema en la espalda, en la columna, tuve que aprender a caminar, enfatiza con voz de reclamo, en esta circunstancia en la que mi cuerpo ha cambiado. Miles de preguntas y miles de no saber qué hacer. Me costó asumirlo. Pero después que acepté, estoy tranquila. Si pude caminar en dos meses, cómo no voy a poder con un hijo”. Destaca desafiante.

Reflexiona en poner a la familia en primer lugar, es lo que mayor felicidad le brinda y su apoyo para todo lo que hizo y hace.

 

A dos meses del terrible accidente que le cambiaría el rumbo de su vida, Celeste ya había vuelto a caminar, con su prótesis transtibial la cual le produciría muchos dolores, frustración y  sufrimientos pero ella sabía lo que quería “lloraba cada paso que hacía. Mi familia me vio sufrir mucho, tenía muchas ampollas por el calor, pero logré superar eso y poder usar la prótesis a tiempo completo, solo me la saco cuando me baño y cuando me voy a dormir”.

Luego de tres meses, es invitada a escalar el cerro Manuel Belgrano en Famatina, que tiene más de 6000 msnm. Un gran desafío aceptado por la atleta que llegó a subir aproximadamente cinco mil  quinientos msnm. Allí se encuentra con el kinesiólogo, especialista en kinesiología del deporte, Saro D`Anna quien fue contratado por una empresa privada para asistir a un montañista, abogado, doble amputado de la ciudad de Córdoba, Pablo Giesenow. Hasta aquí Cele no tenía idea que lo mejor estaba por llegar. Compartieron una hermosa experiencia en la montaña y lograron entablar una cordial y afectuosa relación. “yo tomé el rol de promotor de Celeste y me comprometí en conseguirle una prótesis deportiva porque hacer deporte con la que tenia era bastante complicado” afirma el kinesiólogo.

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En poco tiempo y con la ayuda del Ministerio de Salud de la provincia, Celeste obtuvo su prótesis deportiva y con el acompañamiento de Saro, viajaron al CeNARD para hacer su práctica.

 “aquí me ven empezando de nuevo como cuando tenía 7 años y tuve que aprender a respirar para no "ahogarme", a atarme las zapatillas, a bracear, aprender a volverme una atleta, hoy tengo que utilizar todo ese conocimiento para adaptarme a mí prótesis y volverme una paratleta” escribió en ese entonces Celeste en sus redes sociales un 25 de junio de 2019, dia en que corrió por primera vez en pista con su prótesis deportiva en el Chateau Carreras, Córdoba. 

 

“Los sueños se cumplen”  reafirmó Cele, “con un poco de dolor (hasta que me adapte a mí nueva prótesis) vuelvo feliz a casa porque ya tengo lo que necesitaba para sentirme completa después de perder mí pierna, ahora en adelante lo que vaya a pasar o lograr ni yo lo sé, sólo sé que voy a poner todo de mí para disfrutar como nunca de este deporte y a la vez intentar llegar lo más lejos sin miedo a nada” finaliza en su posteo. 

 

Celeste ya se consideraba paratleta, con un gran entusiasmo de empezar a competir a nivel nacional para viajar al pre Olímpicos de Tokio 2021. La fecha no ayudó. Año electoral, devaluación, cambio de gobierno, “no pudimos viajar” decreta  Saro D`Anna. Celeste vio lejos la cuestión de empezar  a competir. Luego vino la pandemia y por el momento, debido a su embarazo, no podrá entrenar, indica con voz de desilusión el kinesiólogo.

En Buenos Aires, Celeste se tiñó más rubia de lo que estaba, y cuando volvíamos a La Rioja, se puso un short de jean, una pupera fucsia y la prótesis decorada con el mismo color. Su presencia imponente, su torso largo y sus piernas de un metro, fueron el centro de atención de toda la gente que giraban para mirarla, varones y mujeres contemplándola. Se acerca una señora para felicitarla y admirar la audacia de mostrar quien es sin prejuicios ni vergüenzas, cuenta anecdóticamente, entre risas y admiración Saro D`Anna.

“La fortaleza de Celeste hizo mucha diferencia en amputados” agrega el especialista que tiene contacto permanente con personas que sufren la falta de algún miembro. Es que muchos no logran recuperarse ni psicológica ni emocionalmente. Hay personas que hasta el día de hoy ocultan su amputación finaliza.

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Después del accidente, Celeste disfruta el día a día, tiene muchos objetivos, quiere ayudar a las personas amputadas a conseguir con facilidad sus prótesis, que no tengan que esperar un año y medio para volver a caminar. Le gustaría ayudar a las personas con discapacidad a involucrarse en el deporte, en su rehabilitación, quiere estudiar kinesiología y especializarse en deporte.

Su mensaje a la sociedad y a la juventud es que dejen de lado los estereotipos, los prejuicios al ver al otro. Por eso es que  ella tomó la decisión de hacer visible su prótesis, aun en contra de su familia que quería una prótesis que se parezca a su pierna. La decisión fue rotunda, el cambio tuvo su proceso, sus altibajos fueron inevitables, el duelo pasó, la adaptación es constante y las ganas de superarse cada día es lo que hacen a Celeste, Celeste; la que pertenece al cielo, acepción del significado de su nombre, la chica de la sonrisa constante, la que más se parece a su mamá en no quedarse quieta aunque tenga que hacer reposo, pero que también se parece a su papa en la pasión por el atletismo. La que anima a todo el mundo y quien es animada por su hija. No se puede dejar de admirar la convicción que tiene Celeste frente a cada desafío.

Quien la conoce y sabe apreciar su corazón se queda con lo mejor de ella porque siempre buscó el bien de los demás que el suyo mismo aunque nunca dejo de crecer en la vida que hoy disfruta y contempla.