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Fiesta de San Nicolás: Braida alentó a vivir la fe como iglesia misionera y fraterna

En el marco del Año Jubilar, la procesión de San Nicolás de Bari reunió ayer a miles de fieles en la plaza 25 de Mayo y calles céntricas. Bajo el sol del invierno, la imagen del santo moreno fue acompañada por el Niño Alcalde, la Virgen del Valle y San Francisco Solano.



Una multitudinaria expresión de fe se vivió ayer en la tarde con la tradicional procesión en honor a San Nicolás de Bari. El encuentro tuvo como escenario central la plaza 25 de Mayo, desde donde partió la imagen junto a otras veneradas imágenes como el Niño Alcalde, la Virgen del Valle y San Francisco Solano, para recorrer durante más de una hora las principales calles del casco céntrico.

La procesión se inició a las 17 y culminó a las 18:30, estuvo animada por cantos, momentos de reflexión y oraciones. La tibieza del sol invernal que lentamente se ocultaba tras los edificios obligó a muchos a abrigarse, mientras el fervor popular se mantenía intacto.

En su mensaje el obispo Dante Braida, agradeció la presencia de los peregrinos llegados desde distintos puntos del país, en especial de las provincias vecinas como Catamarca, San Juan, Córdoba y Tucumán. En el marco del año jubilar recordó que la Puerta Santa de la Catedral riojana es signo de la misericordia de Dios. Acompañaron las autoridades provinciales encabezada por la vicegobernadora, Teresita Madera y el intendente de Capital, Armando Molina.

“La esperanza nunca defrauda”, expresó el obispo, y añadió: “Nos animamos a vivir un proceso de conversión personal y comunitaria que nos lleve a todos a ser mensajeros de esperanza en todo tiempo y lugar”.

Braida también hizo un llamado a cuidar y acompañar a los jóvenes, los ancianos, los enfermos, los pobres y los presos, como verdaderos signos de los tiempos. “Si los contemplamos con el corazón abierto, si nos dejamos conmover, podrán convertirse en signos de esperanza”, expresó.

El prelado alentó a toda la Iglesia diocesana a leer e implementar las conclusiones del Sínodo y vivir la sinodalidad como forma concreta de ser Iglesia misionera, en salida, inclusiva y solidaria.

La festividad también fue ocasión para recordar el legado de los mártires riojanos, como Enrique Angelelli, Carlos Murias, Gabriel Longueville y Wenceslao Pedernera, “testigos de una iglesia profética y encarnada en el pueblo”. Su testimonio fue presentado como inspiración para una conversión pastoral valiente, cercana y coherente con el Evangelio.

La opción por los pobres fue otro eje destacado: “Ser solidarios no es asistencialismo, es reconocer la dignidad que Dios les ha dado”, se escuchó desde el micrófono, mientras resonaba en la plaza el eco de “escúchanos Señor”, como respuesta a cada súplica.

El sol ya había caído cuando las imágenes regresaron a la plaza, entre aplausos y cánticos. Los fieles, entre lágrimas y sonrisas, despedían la procesión sabiendo que San Nicolás no deja de caminar con su pueblo.

Signo de unidad

Durante el recorrido, se compartieron reflexiones sobre los grandes valores de San Nicolás: su opción por los pobres, su actitud misionera, su cercanía con las familias y su capacidad de reconocer y valorar la diversidad de carismas en la comunidad. “San Nicolás supo descubrir los talentos en los demás y animarlos a ponerlos al servicio, especialmente de los más necesitados”, se leyó en uno de los tramos. Y se invitó a pedir al santo su intercesión “para construir comunidades fraternas donde cada carisma sea recibido y valorado como don de Dios”.

Llamado a la “esperanza y la conversión”

En el marco de la fiesta de San Nicolás, Braida dirigió un mensaje cargado de fe y actualidad en un año muy especial para la Iglesia: el Año Jubilar. En la celebración, marcada por la peregrinación de fieles de toda la región y el fervor popular, Braida invitó a renovar la esperanza, a través de una conversión personal y comunitaria profunda.

“Este año la puerta de nuestra Catedral es Puerta Santa, un signo de que Jesús es la puerta que nos hace entrar en el corazón misericordioso del Padre”, expresó Braida, destacando el carácter extraordinario del 2025.

Frente a una sociedad marcada por “situaciones difíciles” y “un mundo atravesado por las guerras”, el Obispo llamó a volver la mirada al Evangelio: “Es necesario poner el corazón en Jesús, que es causa de una esperanza que nunca, nunca defrauda”, sostuvo.

Braida explicó el valor espiritual de las peregrinaciones durante el Jubileo, recordando que 21 templos de la Diócesis han sido habilitados como “templos de la misericordia”. También alentó a vivir el sacramento de la reconciliación como camino de sanación: “No renunciemos a la confesión”.

En ese sentido, remarcó la importancia de las indulgencias jubilares como un don especial de este tiempo de gracia: “Las indulgencias nos ayudan a limpiar profundamente nuestro corazón y quitar las huellas del pecado”.

Siguiendo las reflexiones del papa Francisco, Braida llamó a “leer los signos de los tiempos y transformarlos en signos de esperanza”. Entre ellos mencionó la baja natalidad, las condiciones de los presos, la situación de los enfermos, los desafíos de los jóvenes, la soledad de los ancianos y el drama de la pobreza.

“Una mujer embarazada, una familia que se abre a la vida, un papá con su niño en brazos, son signos de esperanza”, señaló, y agregó que también lo son quienes trabajan por mejorar las condiciones de detención o acompañan con ternura a los enfermos y ancianos. “Cada vez que hacemos algo por un enfermo o un mayor, estamos como Cristo, siendo cercanos a quienes acuden a Él”, afirmó.

En un tono conmovedor habló de los jóvenes que enfrentan la incertidumbre, el desempleo, las adicciones y la tentación de la delincuencia: “No podemos decepcionarlos. En su entusiasmo está el fundamento de nuestro porvenir. Necesitan personas cercanas que los alienten”.

También valoró el rol de los ancianos: “Ocuparnos de ellos con solicitud y delicadeza es un signo de esperanza para este tiempo. Son un tesoro de sabiduría y experiencia”.

Braida no esquivó la mención a las desigualdades sociales: “Nos encontramos cada día con personas empobrecidas, muchas veces nuestros vecinos. Es escandaloso que en un país con tantos recursos, los pobres sean la mayoría”.

Finalmente, subrayó que “seremos signo de esperanza si somos parte activa en la implementación de las conclusiones del Sínodo. La sinodalidad no es solo una palabra, es una manera de vivir como comunidad”, dijo. También renovó el llamado a la misión: “Jesús nos dijo ‘vayan’. Todos los bautizados somos misioneros. Hay que salir al encuentro, especialmente de quienes están alejados o sufren”.

Antes de concluir, dejó una pregunta abierta a la comunidad: “¿Cuáles son esas realidades con las que convivimos hoy que necesitan ser transformadas en signos de esperanza con nuestra ayuda personal o comunitaria?”. Con esta interpelación, cerró su mensaje, animando a los fieles a vivir el Año Jubilar.