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"Somos administradores de pobres", afirmó Julio Delgado

El sector cooperativo y de la economía solidaria atraviesa una crisis profunda en La Rioja. La falta de reconocimiento estatal, la ausencia de políticas diferenciadas y la desigual distribución de los recursos han dejado a las cooperativas en una situación de invisibilidad frente a otros actores económicos y sociales.



En reuniones que vienen realizando con diferentes unidades productivas, dan cuenta que, “mientras las industrias o los sindicatos estatales logran instalar sus reclamos en la agenda oficial, las cooperativas siguen relegadas a un espacio marginal, tratadas como ‘emprendimientos’ y no como instituciones con responsabilidades formales”.

En la mañana de ayer, se reunieron con el Consejo de Administración del Instituto “Juan Enrique Pestalozzi”, donde las integrantes del mismo expusieron las diferentes problemáticas que atraviesan a diario.

Participaron Julio Delgado, COPEGRAF; Mónica Troncozo, FECOLAR, Fernando Gómez, FERCOA y Carlos Molina, MTE.

Uno de los planteos centrales del movimiento cooperativo es que el Estado solo distingue entre lo público y lo privado, pero no reconoce a las cooperativas como figura propia.

La Ley de Fomento Cooperativo, sancionada hace 15 años, nunca fue presupuestada ni aplicada. “Existimos en los papeles, pero no en la práctica. No nos llaman a la mesa donde se definen las políticas públicas”, expusieron.

Inequidad

Las diferencias con otras instituciones son abismales. Mientras algunas escuelas privadas reciben el 100% de cobertura salarial, las cooperativas apenas acceden a incentivos parciales y de manera irregular. Algo similar ocurre en otros rubros: “El incentivo al empleo se orienta al privado, a nosotros nos relegan a un espacio de emprendimiento, como si regalar un horno o una cartilla alcanzara”, señalaron.

A esta falta de reconocimiento se suman problemas financieros que ponen en riesgo la continuidad de muchas entidades. Las cooperativas deben pagar alquileres, servicios e impuestos sin los beneficios que sí alcanzan otros sectores.

Organizarse para existir

La crisis, sin embargo, también abrió un proceso de reorganización interna. Cooperativas de educación, salud, comunicación, reciclado y otros rubros comenzaron a reunirse para constituirse como sector y tener visibilidad. “Cada cooperativa sufre sus propios problemas, pero la única salida es construir soluciones colectivas y movilizar como bloque”, sostuvieron.

El reclamo excede lo económico: está vinculado al modelo de provincia. La Constitución riojana reconoce al trabajo cooperativo y le otorga prioridad en licitaciones y políticas públicas. Sin embargo, esas disposiciones nunca se cumplieron. En el actual escenario nacional de ajuste, las cooperativas sienten que son las principales perjudicadas. “Somos administradores de pobres. Nos condenan a mendigar subsidios para sobrevivir”, resumió el presidente de COPEGRAF, Julio Delgado.

El movimiento cooperativo exige que se reglamente y financie la Ley de Fomento Cooperativo, que se los reconozca como sector económico y que se los incluya en las discusiones de política pública. “No pedimos privilegios —advirtieron—, exigimos igualdad de condiciones frente al sector privado y estatal”.

El movimiento cooperativo

Desde su creación, el movimiento cooperativo ha sido un pilar de la economía y la solidaridad en La Rioja. No solo genera empleo y oportunidades de desarrollo, sino que también sostiene servicios esenciales en educación, salud, reciclado y comunicación.

Su existencia demuestra que es posible construir alternativas económicas con responsabilidad social y compromiso comunitario, ofreciendo soluciones que el Estado y el sector privado muchas veces no cubren. Por eso, su reconocimiento y fortalecimiento no es solo una demanda del sector, sino un beneficio para toda la provincia.