Diario El Independiente || Edición Digital
Skip to main content

19/09/20

Orfebres de eternidades

Hermoso atardecer: En febrero pasado, estaba pagando en la caja de un supermercado platense los víveres adquiridos cuando escucho una voz fuerte y clara: “Maestro, el árbol de la civilización hunde sus raíces más profundas en las costas regadas por los grandes ríos”.



Por Jesús Matías Filomeno Ocampo

Levanté la vista y en la cola de otra caja estaba un ex alumno del Colegio San Cayetano. Habían pasado 44 años. El niño aquel, hombre ya, recordaba un contenido que yo enseñaba, tomado del Manual del Alumno Bonaerense para Sexto Grado. Y así nomás son estas cosas: lo que las maestras y los maestros, las profesoras y los profesores, transmitimos como contenidos y lo que indicamos como normas de conducta, lo que inculcamos como principios de vida, la honestidad, la humildad, la dedicación, el trabajo fecundo, la aspiración a ser mejores cada día, en un dinámico e integral proceso de enseñanza aprendizaje, ya no son nuestros, son de nuestras alumnas y de nuestros alumnos y forman parte de sus propias vidas.

 Es como aquel que escribe y canta coplas. Es como expresa Don Atahualpa Yupanqui:

Hasta que el pueblo las canta,

las coplas, coplas no son,

y cuando las canta el pueblo,

ya nadie sabe el autor.

Procura tú que tus coplas

Vayan al pueblo a parar,

aunque dejen de ser tuyas

para ser de los demás.

 

Que, al fundir el corazón

en el alma popular,

lo que se pierde de nombre

se gana de eternidad.

Las vivencias en la Escuela “Rodolfo Nicasio Carmona” y en la Escuela Normal Mixta “Joaquín Víctor González” de Chilecito, La Rioja, han quedado marcadas a fuego en mi alma. Y lo transmito en la primera estrofa de mi poema “Te abrazo Hermano”:

Porque caminamos en las mismas siestas

jugando en nuestros cerros, siempre alegres.

Y debajo el cielo inmenso fueron fiestas

nuestras almas moldeadas por orfebres.

A ustedes colegas apreciados, maestras, maestros, profesoras, profesores, sembradores de eternidades, orfebres de las almas, les deseo en este bello y cálido atardecer al pie de nuestro majestuoso Famatina, “La Montaña que nos da la Vida”, que hayan tenido un día feliz y que esa felicidad se prolongue en estas horas de quietud y de encierro en el seno familiar.

Con todo cariño.

11 de septiembre, Día del Maestro. 17 de septiembre, Día del Profesor.