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Breve, vertical y emotiva

El destacado consultor político, Joseph Napolitan afirmaba que cada campaña es diferente y la misma, a la vez. A pocos días del final de este intenso año electoral, resulta interesante reflexionar, al menos brevemente, sobre las acciones de comunicación política a las que nos vimos expuestos, de una u otra manera.



Luego de los multitudinarios mítines y las interminables caravanas de los 80¨, la videopolítica de los 90¨ y la intención desintermediadora de comienzos de los 2.000; las recientes campañas electorales se caracterizaron por sus estrategias especialmente dirigidas a influir en las emociones del electorado y los disímiles usos de las redes sociales y los medios tradicionales, como la prensa escrita, la televisión y la radio.

Las redes sociales profundizaron su rol de burbujas de refuerzo ideológico y polarización, impugnando su imagen de espacios de debate y ventanas a nuevas relaciones e información. En otros casos, constituyeron ámbitos de evasión del agobiante bombardeo informativo, la angustiante realidad social y económica y las interacciones sociales, en las que la información parece sobrar y escasea el tiempo de atención.

La forma y el fondo de los mensajes estuvieron más enfocados en la posibilidad de catalizar la frustración, el cansancio, el miedo y/o la esperanza, en lugar de transmitir propuestas y reflexiones sobre el presente y el futuro del país y la democracia.

Para las audiencias no hay tiempo, mucho menos paciencia. Los emojis, isologotipos y eslóganes ganaron protagonismo frente a los discursos y las plataformas. Las historias y los reels eclipsaron a los spots. Y las narrativas, la personalización y el embate discursivo estuvieron por encima del debate y la argumentación. 

No todo se desarrolló en el terreno virtual. Las caravanas, caminatas y los actos en el “territorio” ratificaron su vigencia y eficacia para “conectar” con la ciudadanía.

 

¿Por qué las emociones?

En su libro: “Gestionar las emociones políticas”, el consultor y especialista en Comunicación Política, Antony Gutiérrez Rubí sostiene que los electorados contemporáneos, al menos en esta región, experimentan un fuerte descreimiento y desafección hacia las prácticas políticas tradicionales, lo cual implica la necesidad de repensar nuestras modalidades de relación y las estrategias de persuasión.

El especialista en comunicación corporativa, Joan Costa sostuvo que un Director de Comunicación debe conocer más de psicología que de tecnología. La definición de Costa refiere a que el acceso a la tecnología amplia y mejora las posibilidades de vinculación con las audiencias, pero enfatiza el carácter estratégico de la empatía y la necesaria interpretación de las necesidades y actitudes de nuestros interlocutores. 

Los gestores de las redes sociales se jactan de poder contactar de manera simultánea a amplias audiencias, más allá de su edad, género y demás condiciones socioeconómicas. Convencer y construir consenso es otra tarea, bastante más difícil e impredecible.

 

Rodrigo Torres

Comunicador Social