Diario El Independiente || Edición Digital
Skip to main content

Mujeres argentinas grabando rock en los años cincuenta

En este adelanto exclusivo del libro “Al Taco. Historia del rock argentino hecho por mujeres (1954-1999)", de inminente lanzamiento, se reconstruye la participación femenina en el rock de los años cincuenta, la década en la que las argentinas conocieron el rock and roll: lo bailaron, lo cantaron, y lo grabaron.



Primeros pasos

Estamos en el año 1957 y en nuestro país las jóvenes ya saben perfectamente qué es esa furia llamada rock and roll: se lanzan a bailarlo en los pasillos de los cines que proyectan películas de rock, en las calles, en los clubes, en el obelisco, en Rosario, en Mar del Plata, en Mendoza, o en otras tantas ciudades de Argentina.

 

Pronto, además de un baile, será la música que visibilice a una generación. Como señala el historiador Sergio Pujol, “el impacto del rock and roll es regional, es continental… es mundial.  Unifica a los jóvenes de todo el mundo y amenaza con enterrar viejas tradiciones nacionales. (…) A diferencia del bolero, el mambo, el cha-cha-cha y, por cierto, el tango y el jazz, el rock se presenta como el baile por excelencia de los adolescentes. Una expresión de sinceridad, en un mundo de simulaciones y equívocos”.

 

Entre las mujeres, esta popularidad del rock puede verse hasta en el tango: en este mismo año, la orquesta de Juan D´Arienzo graba “Susanita, yo me quedo con el tango”, una composición de Enrique Alessio y Reinaldo Yiso, cuya letra, con mucho humor, culpa al rock por la pérdida del amor de Susanita.

 

Primeras grabaciones

En el mes de febrero de aquel 1957 se realizó en el Luna Park el primer concurso argentino de baile de rock and roll, con orquestas en vivo. Así lo contaba el diario La Razón:

 

“Cantaba con la orquesta una criatura joven, bonita, y además, lo hacía bien, en pago de cuyos atributos recibía silbatinas tan uniformes que parecían ensayadas, y a las que ella respondía con gentiles intenciones. Evidentemente, la cantante debe tener sobre la muchedumbre una opinión formada, que, lógicamente, se reserva”.

 

Sabemos, pues se menciona en otro pasaje del artículo, que las orquestas eran las de Lalo Schiffrin y Eddie Pequenino. Pero no figura en esta, ni en ninguna crónica, el nombre de ella, la cantante. Tampoco está su nombre en el programa impreso donde figuraban los artistas que se presentaban en el evento.

 

Bastó al cronista con llamarla una criatura joven, bonita, y que “además” cantaba bien. ¿Tenemos aquí a nuestra primera cantante desconocida del rock?

 

Hay alguien aún más desconocido que el soldado desconocido: su mujer. Eso decía en una pancarta que apostaron frente a la tumba del soldado desconocido en Paris, las mujeres del incipiente movimiento feminista francés de fines de los años 60, cuestionando a la historiografía y sus “olvidos”.

 

Como sostiene Dora Barrancos, la Historia ha jugado siempre un juego de inclusión y exclusión con sus protagonistas mujeres. Un poco de reconocimiento para algunas, otras en las sombras: la historia del rock no será la excepción.

 

Iremos en búsqueda ahora de las voces de aquellas cantantes que comienzan a interpretar rock en estos primeros años 50, cuando irrumpe en nuestro país este ritmo novedoso. Las primeras manifestaciones locales de un género musical en expansión.

 

Una de las primeras grabaciones de un rock and roll que se realizó en nuestro país es en diciembre del año 1955, y se trata de la reversión de “Rock Around The Clock”, el clásico de Bill Haley, a cargo de la orquesta de Tullio Gallo, editada por el sello Odeon.

 

En esta grabación puede oírse una voz femenina: la orquesta tenía entre sus integrantes al conjunto vocal Los Cuatro Bemoles, y una de Los Cuatro Bemoles, es ella. Su nombre artístico es Estela Raval, y allí está su voz, en los comienzos más remotos del rock hecho en Argentina.

 

En efecto, el conjunto vocal Los Cuatro Bemoles, formado por Tullio Gallo, Jorge Pataro, Ricardo Romero y Estela, graba esta versión local de “Rock Around The Clock”, traducida con el título de “Bailando el Rock”, que fue lanzada como lado A de un disco de 78 RPM, el 2 de abril de 1956.

 

Pronto, junto con su grupo Los Cinco Latinos, Estela Raval demostrará ser la gran voz femenina del doo wop -ese estilo vocal mezcla de rhythm and blues y gospel típico de los cincuenta– local.

 

El mismo 2 de abril de 1956 en que se lanza el disco de Odeon con “Rock Around The Clock”, cantada por Estela Raval y sus compañeros de Los Cuatro Bemoles, el mismo sello preenta otro... ¡con la misma canción! Y quien la interpreta es, nuevamente, una mujer. Se llama Olga Jevtic, y su nombre artístico es Olga Lee.

 

También ella estaba acompañada por la orquesta de Tullio Gallo, en este simple cuyo lado A presenta “Bailando el Rock” (igual traducción del título “Rock Around The Clock”, que se empleó en el de Estela Raval), y en su lado B “Alguien robó la campana nupcial” (un cover de “Somebody Bad Stole The Wadding Bell”, que ya habían grabado Eartha Kitt, y Ella Fitzgerald). La tirada fue de 250 ejemplares, y podía adquirirse a $14.85 la unidad.

 

Si Estela Raval y Olga Lee fueron las voces femeninas argentinas que graban tempranamente una canción de rock tal como “Rock Around The Clock”, tenemos a otra artista argentina que también interpreta este tema. Pero en este caso, no con su voz, sino con sus castañuelas.

 

Maria Angélica Mirete Razquin había llegado a Paris a principios de 1957, con 18 años de edad, desde España, país a donde su familia supo fijar residencia, por razones vinculadas al trabajo de su padre. Y había arribado a la capital francesa como integrante del Ballet de España, avalada por Pastora Imperio y Vicente Escudero.

 

Su deslumbrante manejo de las castañuelas hizo que el director de orquesta Pierre Arvay le propusiera grabar un disco con su orquesta. Se trató de este EP de cuatro canciones instrumentales, entre las que se incluyen “Rock Araound The Clock", “Lady Castagnettes” -compuesto por el mismo Pierre Arvay, al igual que “Rock D´Enfer”-; más “Tiger Rag”, un estándar de jazz. El EP fue editado por el sello francés Sideral

 

Otra de las cantantes que comienzan a animarse al nuevo género, incorporándolo a su repertorio dedicado a la canción melódica, es la cordobesa Elda Perla Barbero, cuyo nombre artístico es Elder Barber.

 

En 1957 reversiona “Baila conmigo Enrique”, “Jinetes en el cielo”, y “SH Boom”; y ya también ha dejado registro, unos años antes, de su versión de “Jambalaya”, el country de Hank Williams, en un EP del sello Odeón. Está radicada en España por estos días de 1957, y es allí donde desarrollará su carrera hasta sus últimos años.

 

Antes de dejar Argentina, graba una versión de “El blues del herrero”, que había popularizado la cantante estadounidense Ella Mae Morsey, y el blues “No quiero llorar”, de los compositores argentinos Jose Kumok y Julio Porte.

Primeras “frontwomen”

 

Es una noche de 1955 en la porteña confitería Richmond, de la calle Esmeralda.

 

Sobre el escenario están rockeando, como todos los viernes y sábados, Los Cometas, el conjunto argentino de rock and roll que más tarde sería el elegido para recibir en el aeropuerto a Bill Haley en su visita a nuestro país en mayo de 1958.

 

Más de treinta marineros norteamericanos que acaban de llegar en un barco, pasan por la vereda de la confitería, y escuchan al conjunto. La música, la voz de su cantante, su impronta rockera para interpretar los clásicos del rock and roll, los atrae a entrar; copan el lugar, bailan sobre las mesas, invitan tragos para todos. Se sienten como transportados a su propio país, el país del rock and roll.

 

Los dueños de la confitería están desbordados de felicidad por la recaudación de la noche, y por primera vez, al terminar el show, les arman una mesa con bebidas y comida a los músicos del conjunto, y a ella: su “frontwoman” María Nelly Giudecessi, alias Nelly Dors.

 

Nelly fue la cantante principal de Los Cometas, desde sus orígenes, en 1955, hasta poco antes de ese 1958 cuando los integrantes de Los Cometas argentinos se abrazan con su admirado Bill Haley, en la llegada de la estrella del rock a Buenos Aires.

 

El conjunto estaba formado por músicos muy jóvenes, de hecho, adolescentes todos, del conurbano bonaerense. También Nelly: tenía apenas 16 años cuando ya estaba cantando junto a Los Cometas temas del repertorio de Elvis Presley, Little Richard, Bill Haley y Jerry lee Lewis, en innumerables presentaciones en clubes, bailes, y confiterías.

 

Su papá la esperaba a la salida de cada presentación, para traerla de vuelta a su casa de San Martin, del oeste del gran Buenos Aires. Él y su madre apoyaban la carrera de su hija, lo que no era tan corriente en la época, ya que la normativa familiar creía conveniente, para los miembros del género femenino, la vida hogareña, las actividades parroquiales y de los centros barriales.

 

La familia de Nelly, en cambio, no puso ningún obstáculo cuando ella decidió dejar la escuela secundaria porque el rock and roll le ocupaba todo su tiempo.

 

En efecto, el conjunto tocaba sin parar: doble turno en la mencionada confitería Richmond, todos los fines de semana; y entre turno y turno, lo hacían en la confitería que estaba a la vuelta, la Nobel, de Suipacha y Lavalle. Llevaban al hombro los instrumentos para pasar de una confitería a la otra, abriéndose paso entre la muchedumbre que colmaba la calle de los cines.

 

También tocaban en clubes como el Instituto Sarmiento de Santos Lugares, donde debutó Nelly, en el Defensores del mismo barrio, en el Club Atlético Pilar; en Nino, de Vicente López, así como en boîtes y bailes de carnavales.

 

Su voz no está registrada en ningún disco, pues la banda no llegó a firmar con ningún sello; sí se conserva un acetato inédito que grabaron en un estudio montado en el primer piso del bar porteño Los 36 billares.

 

En 1957, Nelly se alejó de los escenarios, y su vida siguió otros rumbos, sin relación con la música. Hoy, con más de 80 años de edad, en entrevista con el periodista Victor Tapia, recuerda con entusiasmo sus años en el rock mientras escucha a su banda preferida de la actualidad: AC/DC. 

 

En 1958 un conjunto con vocalista mujer, el trío Los Santos, aparece en escena: la voz de Alicia Miranda Santos, con Ricardo Lazcano en la guitarra, y el sonido particular que le daba al trío el laúd de Héctor Santos, su marido y compañero de banda, conformaron un estilo que llamó de inmediato la atención del público.

 

Alicia y su conjunto Los Santos conocerán rápidamente el éxito en 1959 con la canción "Voy caminando"; vendrán después las grabaciones de otros temas de música juvenil como "En el boulevard", "El eco", o "El telegrama", sus presentaciones en clubes, un programa propio en LS10 Radio Libertad, los viajes por el mundo, sus participaciones en televisión, y luego todo empezará a  ensombrecerse: según denuncia Alicia en una entrevista en la revista Antena en el año 1972.

 

Ella decide dejar de cantar pues las giras le impedían estar cerca de su pequeño hijo, una posturaque su marido y compañero de banda desaprueba terminantemente. Después de un sinfín de conflictos con él, Alicia es internada por su marido en un psiquiátrico, contra su voluntad. Tras un largo derrotero judicial, donde ella logró demostrar que su insanía había sido fraguada, Alicia logra recuperar la libertad, e inicia una carrera solista, vinculada con el tango y el bolero.

 

La voz de Alicia cantando “Voy caminando”, uno de los éxitos del trío Los Santos, bien podría ser la música de fondo de una década muy movida despidiéndose. Se están yendo los 50, años en los que las mujeres argentinas conocieron el rock and roll.  Lo bailaron, lo cantaron, y lo grabaron.

 

Fuente: Télam