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Madres: Historias de amor y trabajo en la vereda del centro riojano

En el "Día de la Madre", dos mujeres trabajadoras de la Economía Popular comparten sus historias de vida. Vendedoras ambulantes desde hace décadas, se ganan el sustento diario entre el afecto de los clientes y la lucha constante por salir adelante.



En las veredas del centro de la capital riojana, entre puestos improvisados y saludos de quienes las conocen desde hace años, se tejen historias que hablan de amor, sacrificio y resistencia.

Allí están ellas, todos los días, bajo el sol o el frío, con una sonrisa lista y la mercadería acomodada en mesas y mantas: Juana Estela Rodríguez y Mariana Coronel Montes, dos madres que hacen de la calle su lugar de trabajo y encuentro.

Juana Estela tiene 70 años y desde hace más de tres décadas se dedica a la venta ambulante. “Crie a mis hijos trabajando de empleada doméstica y después salí a vender. Ya hace más de 30 años. La gente me reconoce”, cuenta con orgullo.

En su puesto, de la peatonal 25 de Mayo, se amontonan repasadores, mochilas, alfombras, sahumerios, tazas y vasos. Cada producto, una pequeña apuesta a la jornada que comienza.

“Ser madre es algo hermoso, pero cuando llegan los nietos es más todavía”, dice mientras recuerda a su hermana recientemente fallecida.

“A todos los que no tienen a su madre, que no se olviden de llevarle una flor al cementerio. Aunque no estén, siguen estando”.

Mariana, por su parte, se emociona al hablar de su vida en la calle y de los lazos que se construyen con el tiempo. “Ser madre es lo más hermoso que puede haber, uno se sacrifica tanto por los hijos… y después vienen los nietos, que te dan vuelta la vida”, dice entre risas.

Hace años ocupa una esquina en la vereda de Casa de Gobierno donde, según cuenta, todos la conocen: “A veces cuando no vengo, la gente se preocupa, me preguntan si estoy bien o si necesito algo. Eso también es cariño”.

Antes de despedirse, deja su mensaje para este día: “El que no la tiene a su madre, una oración, una flor. Y el que la tiene, si es posible, darle un beso todos los días, porque uno no sabe si va a estar al otro día (con lágrimas en sus ojos). Los regalos van y vienen, el amor es eterno”.

Ambas historias se cruzan en el mismo punto: la maternidad entendida como una forma de lucha y de ternura. Mujeres que resisten en la calle, que trabajan en la informalidad sin dejar de criar, cuidar y sostener. En su voz se resume la fuerza de miles de madres, entre la fe y la necesidad, siguen poniendo el cuerpo en un país donde aún falta que el trabajo digno sea una realidad para todas.