
Hoy se celebra en Argentina el Día de la Abuela, una fecha para rendir homenaje a una de las figuras más queridas dentro de la familia. En esta ocasión, Medios El Independiente comparte la historia de Celia Ríos, una abuela de 94 años que, con su energía, su fe y su amor por la enseñanza, encarna el espíritu de esta celebración.
Cada segundo domingo de noviembre, Argentina celebra el Día de la Abuela, una jornada dedicada a reconocer el rol fundamental que cumplen en las familias: su cariño, su sabiduría y su dedicación incondicional. La fecha tiene raíces en la tradición católica, que valora el amor desinteresado con el que las abuelas acompañan a hijos y nietos, pero también busca destacar su papel como pilares del hogar.
En nuestro país, esta fecha se celebra de manera independiente al Día de los Abuelos y Abuelas del 26 de julio —en honor a San Joaquín y Santa Ana, los abuelos de Jesús— y al Día del Abuelo, que se conmemora el tercer domingo de agosto. Este año, la fecha encuentra en Celia Ríos una representante entrañable de ese espíritu. Nacida en El Salado, provincia de Catamarca, y residente hoy en la capital riojana, Celia fue maestra durante décadas y sigue siendo, a sus 94 años, un ejemplo de vitalidad y fe.
“Ser maestra fue lo más lindo que me pasó. Me gustaba ver a los niños aprender, ayudarlos a crecer. Enseñar era una forma de querer”, recuerda con una sonrisa serena. De su paso por la escuela de Pituil conserva anécdotas, nombres y recuerdos imborrables.
Pero si hay algo que siempre la acompañó, es su profunda fe en Dios y en Jesús. “Siempre hay que tener un momento para hablar con Dios. Hay que agradecer todo lo que tenemos y pedir por los que nos rodean. Él siempre escucha e intercede por nosotros”. Su día comienza y termina con una oración. Entre rosarios, pensamientos y agradecimientos, Celia no deja de moverse: cocina, hace las compras, escucha la radio y se interesa por todo lo que ocurre a su alrededor. “Hay que moverse. Si uno se queda quieto, se apaga”, dice con ese humor sabio que solo dan los años. Rodeada del cariño de sus hijos, nietos y bisnietos, disfruta de cada visita como si fuera una fiesta. “Yo no entiendo mucho de tecnología, de celulares, pero me gusta que me muestren fotos y videos. Lo importante es estar cerca, tener amor y fe”.
En este Día de la Abuela, su historia es también un homenaje a todas las mujeres que, con paciencia, amor y espiritualidad, tejen la memoria viva de las familias riojanas. “Mientras uno tenga fe, amor y ganas de aprender —dice Celia—, siempre hay juventud”.